¿Qué otra cosa debería obsesionarme?



Me obsesiona el paso del tiempo.
¿Qué otra cosa debería obsesionarme?


Cuando uno es sólo tiempo, o por lo menos necesita de él para seguir siendo,
como el agua puede decir que es oxígeno porque sin él sería hidrógeno...
...
pero qué tontería, el agua no habla
y no dirá nada.


Me obsesionan las palabras.
¿Qué otra cosa debería obsesionarme?


Me van a decir que el tiempo, los que me lleven leyendo
un minuto.
Claro, ellos están obsesionados por SUS
cosas.
¿No acabo de decir algo del agua? También ella podría decir
que es hidrógeno, porque sin él sería oxígeno,
si el agua hablase.


El agua no habla,
también está compuesta sólo
por dos elementos
–lo que nosotros consideramos agua-
que son hidrógeno y oxígeno, que danzan
para ser líquidos.


Me obsesiona el agua.
¿Qué otra cosa debería obsesionarme?


Exprímeme como a una naranja
y verás que soy más agua que otra cosa.
Agua parlante
del tiempo.


(el tiempo es líquido, por cierto)

Para Alba Huerta

Mira que he visto girar la Tierra sobre su eje...
¡pues hoy la Tierra giró dos veces!
Eso lo he visto.
Aunque la vista no es la más lista de los sentidos...
Es más rápida la mano
de un Tamariz (Juan, el mago), o los radios de una rueda,
o las patas, cabalgando,
de un caballo. ( No se nota que son cuatro)...


Ha sido el alba de muchos días,
susurrándolo hoy el Sol
salía ¿ o sería el llanto
de vuestra hija ? Algo
he oido, y he visto
girar la Tierra sobre su eje
miles de veces, con alegría.







20 de Junio de 2003

Existen enotecas...





Existen enotecas como etnotecas,
pero la mayoría están llenas de botellas vacías
y cabezahuecas.

S.C.A.

En su voz, un leve jadeo pedía socorro.
Yo nunca fui conversador telefónico.
Algo de hablar como a través de un muro
me limitaba en mi expresión
y en mis interpretaciones.
No obstante, percibí muy claramente aquel susurro.
Decía: mi otro hijo aún no ha llamado
y tengo miedo de su coche
. Decía:
ocupas una línea que es vital.
Colgué el teléfono y desde entonces
no he dejado de pensarlo:
ser madre no puede compensar.
No es como ningún otro cariño,
es mucho más ser madre que ser hijo,
ser madre es darlo todo,
ser madre es ser más otro que uno mismo.

Tiesto presente.

(Foto: ibotamino)








Hay una línea infinita de momentos sucesivos,
el continuo espacio-tiempo,
de la que somos un punto.
El único que entredice la existencia de los otros.
Como flores en un tiesto en un jardín.
Hablamos de pasado y de futuro como quien habla de Dios, de Plutón...
el universo es nuestro ombligo.


Solo, ahora, aquí,
la existencia simultánea de otros sitios me resulta incomprensible.
Tiendo a pensar que el Malecón de La Habana no existe.
Sin embargo, sé que es una impresión errónea.
Hay alguien allí ahora, y al menos de su mente surge la existencia de ese espacio
paradisíaco.
Las conciencias dotan al mundo de linealidad, como el cerebro explica a los ojos.
Cuando yo me haya ido de esta calle surgirá una vieja asomada a una ventana,
escudriñando su existencia, guardándola,
es la astrónoma de guardia para esta zona del Universo
no menos importante que el Malecón de La Habana, Delfos
o Plutón.

Competencias.



Hay alguien en mi pecho
latiendo a destiempo pero poco,
como eco interno ilógico latiendo
del corazón, que al no latir ya solo, late loco.
El corazón latente es obstinado
y no altera su ritmo de latido,
que es albur rítmico, un ritmo fijo,
pero uniformemente acelerado.
Y el otro corazón, el sólo mío,
lo trata de seguir, y yo sospecho
que es para no discutir consigo mismo.
Debe creer, por la proximidad del otro,
que su latir es un instinto, una opinión, un pálpito,
un soplo propio.
Harto el cerebro, a cada rato le corrige,
le marca el paso,
lo acompasa porque sabe que ese alguien eres tú,
que tú impulsas hoy mi sangre más que yo.
Pero, calculador, al corazón no se lo dice
porque tú y yo solemos ser dos ruidos raros
y nuestro ritmo combinado es insufrible.
Se acabará enterando el corazón
y se tendrá que hacer lo que él decida,
si se factura en sangre lo que sea, amor, oxígeno,
le corresponde a él la traslación de las valijas.

(cen)ando solo



Hay tanta miseria por todas partes,
y hay guerra, economía, norias,
juegos florales, divertimentos de Mozart
que no divierten a nadie,
caídas estrepitosas,
lluvia en los soportales,
ironía, comicidad,
bazofia,
malas caras conocidas,
economatos anónimos, anonimato
económico, odios
viscerales,
inacción meditadísima,
taimada muerte,
sonrisas falsas,
gente que no desea verme,
idiotas, inteligentes y
niños,
de todas las edades,
abandonando el barco,
(los inteligentes y los niños primero)
hijos de puta espontáneos,
madres de hijos de puta, putas ellas,
a su vez,
padres causantes de la mierda que parece caer del cielo,
hay frío, miedo, guerra y muerte otra vez, hambre, sed,
peste,
jinetes estajanovistas por doquier,
insectos,
y, al otro lado del abismo,
mirándome a los ojos mientras cruzo sobre un hilo el precipicio,
donde deberías estar tú,
hay un espacio vacío.

tampoco espera el viento...

Tampoco espera el viento
ni las flores de la primavera.
Mi existencia es una ráfaga de tramontana,
surge de donde no hay horizonte,
muere en él, al borde de la vida:
fugaz mientras sólo se vislumbra,
atroz después, como una flor en un campo de batalla.
Me mueve la muerte y no me arrepiento de amar
lo demás es sólo tiempo,
sólo es silencio.

Lo que me ata a ti.


Cada vez que hablas es
como si respiraras.
Cada vez que caminas,
cada vez que la vida te responde
con una experiencia única.

Creo que te conozco.
Creo que conozco tu algoritmo recursivo.
Creo que no puedes sorprenderme,
aunque seas tan rara
como un
helecho
microscópico,
como un romanesco,
como un
copo
de nieve.


Otros adoptan formas simples y perfectas,
no tú.
Tienes
la belleza de lo lógico,
no la de lo aparente;
la de lo que no pudo ser de otra manera
pese a ser impredecible.


Como una tormenta,
como un terremoto, un alud;
como lo que me ata a ti;
sin fin,
sin principio,
sin motivo.
Sin nombre.

La Misión



En chozas sin enchufes,
ni lo que conllevan
viven unos indios
jetas de la selva.


No consumen nada,
no tienen dinero,
no compran en Zara,
se les ve el plumero.


Para divertirse
mastican la coca,
que aunque sea una droga
no llega a farlopa.


Cuando tienen hambre
se van de excursión
se cargan a un cerdo
sin supervisión.


Nunca tienen frío
porque no lo hace,
viven en la selva,
son unos salvajes.


Habría que explicarles
que al hipotecarse
tendrán beneficios,
garantías sociales.


Pero si se acerca
algún helicóptero
se pintan la cara y
le tiran de todo.


Viven en familias
desestructuradas,
se casan muy jóvenes
sin fotos, ni nada.


Creen en los espíritus
que les da la gana
no tienen iglesia
ni hacen caso al Papa.


Por su propio bien,
si no se moderan,
talamos la selva,
y hacemos escuelas.


Les ponemos metro
AVE, carreteras,
les damos un coche
y gasolineras.


Teléfono móvil
consola, portátil,
retrete moderno
con pantalla táctil.


Gafas de diseño
para que no vean
gomina en el pelo
corbatas de seda.


Y cuando se crean
que son europeos
les damos
una buena patada en los cojones.

#100



Soy un anacoreta
de bitácora.
Mi voz,
como en una caverna,
se refleja
en la pantalla
aburre a mis ojos,
como un eco,
un eco mil veces oído,
molesto como todo el sonido
del agua calcárea
necesaria para cultivar estalagmitas
en una sola frase.
Sé todo de mí.
Quizá haya llegado el momento de callarme.

Lo lógico es saberlo.



Lo lógico es saberlo.
Lo sabes tú,
mis amigos, mi familia,
mis vecinos,
mis compañeros.
Lo saben los desconocidos,
los niños.
Los animales domésticos.
Lo saben mis jerseys,
lo sabe mi cama,
mis platos, mis tazas...
mi papel, sobre la mesa,
que también lo sabe,
mi teléfono.
Y de mí, lo sospechan mis oídos atentos
a los susurros del viento.
Mis manos, que entrelazan solo ya entre si
sus dedos.
Por su latido monótono
mi corazón.
Mis labios, por su silencio,
y por el sabor del aire solo.


Se termina lo nuestro.
Lo sabe todo el mundo excepto yo.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...