En la tienda de ropa
sufro habitualmente accesos de odio.
Tengo alergia al polvo
y supongo que me asustan los ladridos del famoso perro
de Pavlov.
Yo nunca me casaré con una dependienta.
Soy un tipo raro. Dentro de una tienda lloro.
Casi no me pruebo la ropa que compro.
Contemplo avergonzado el estampido inicial de las rebajas.
Se me ponen las dos orejas coloradas.
Para mí, Asturias es lo contrario de un centro comercial.
Orbaya.
Tristemente los políticos locales no comparten mi opinión.
Son gentes que encarecen nuestras vidas.
Campan a sus anchas en el buffet libre de las suyas.
Gustan de las grandes superficies plastificadas,
el hilo musical, el café cargado,
el ruido de fondo...
al irme me pregunto si no será muy tarde cuando llegue
a ese exilio plano que me esperó,
para que al recordar, lo que recuerde
sea aún algo rural, algo feliz,
algo lluvioso,
variado,
verde.
En la tienda de ropa
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No se puede volver a los recuerdos, sólo a los sitios...
ResponderEliminar...y a veces ni a los sitios
ResponderEliminarMe ha encantado, i tienes razón a los recuerdos no se puede volver solo a los sitios...
ResponderEliminarNos comentamos
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