Con una batea, en mi sangre
encontré mi corazón.
Una pepita gigante de dolor
ensangrentado, negro,
exánime, valioso.
Lo alcé en mis manos
y al sol arterial de la mañana
tras un interrogante eterno
-la sangre rezumando hacia mis brazos- al fin,
latió.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
diamante o párpado
Acaso el preciosismo en la poesía dependa de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado, es decir, si multiplica u opaca. Te...
-
Por favor, si desea obtener poesía de este poema continúe leyendo. Continúe leyendo por este poema. Continúe leyendo por est...
-
No sé si los patos parpadean. Yo parpadeo, tú parpadeas, él parpadea, pero no sé si los patos parpadean. Parpan seguro, los he oído, pero no...
No hay comentarios:
Publicar un comentario