sería maravilloso





Si hacemos una genealogía del lenguaje tendremos que partir de los átomos,
es verdad, para hablar de todo hay que partir de los átomos.
Lo que pasa es que al principio todo es muy sencillo.
Todo es poner en la coctelera del tiempo todos los ingredientes
y esperar pacientemente a que se dé la casualidad.
Después viene una segunda fase. Hacen falta cosas complejas para llegar a la segunda fase.
Cosas como una persona que tiene capacidad de lenguaje
y podría hablar si sirviera de algo. Pero no sirve de nada, es demasiado complicado.
¿Cómo va a ocurrir eso dos veces al mismo tiempo en mitad del tiempo y de la inmensidad?
Si ocurriera, estaría en ese momento el universo dividido en dos
la parte que dice que sí y la que dice que no.
Pero el sí y el no ya no estarían solos en el limbo del quizá. Sería maravilloso llegar a eso
partiendo de unos cuantos átomos.

cuando olvidemos que es nueva la nueva








vuelvo al trabajo tras la cuarentena
hoy después de desayunar me he customizado
con el estilo casual de la nueva normalidad

me he mirado al espejo
porque no soy el mismo
he memorizado mi mirada
me he puesto unos guantes
he extraído
la marcarilla plastificada,
me la he ajustado en la nariz y he
guardado mis gafas
para la vista cansada
de la antigua normalidad
he salido
y he esperado el autobús

me ha aceptado
el tercero
que ha pasado
y he viajado
separado
de los otros pasajeros
autorizados hasta la estación
de tren

en el tren un revisor
robotizado
me ha pedido
con suma amabilidad
mi salvoconducto
mis papeles
mis resultados en los tests
mi certificado
de positivo
inmunizado
que me permite gozar
de la nueva normalidad
mientras propago inmunidad de rebaño
soy esquilado por un equipo uruguayo
traído ex-profeso
de Maldonado
estamos en la fase III
aunque nos comportamos
como si fuera la IV
pero no pasa nada
los memos
sabemos comportarnos

es admirable
cómo nos hemos concienciado
nos alaban las autoridades
en el congreso
y en el senado
pronto alcanzaremos la fase
última
que ya se
vislumbra
cuando olvidemos que es nueva la nueva
normalidad

ya el miedo
se mitiga,
ya a veces olvidamos
que es nueva
esta rutina
ya no es rutina,
no es nueva
desaparece
ya vuelve a perder
su pátina de vida la
normalidad

salgo a comer
a mitad de jornada
hoy
voy yo solo a un japonés
los japoneses son aseados
no manipulan
el sushi está bien me digo
el sushi está bien
he adelgazado
tres kilos
eso también está bien
pago en yens y me piro
trabajo
hasta las 10

entro en casa y tiro
la ropa al cubo
de la basura
reciclada
la mascarilla al
incinerador yo
me meto en la ducha
me pongo el traje de gala
tengo Zoom
con unos amigos
saludo
a mi mujer
la beso en la frente
apocopadamente
piadosamente
cástamente
como cuando me cantaba el
¡Resistiré!
Como cuando se asomaba al balcón
y aplaudía a la gente
como cuando aún percibíamos el peligro
como si pudiera contagiarme aún
otro virus

ya el miedo se mitiga
ya a veces olvidamos
que es nueva
esta rutina
ya no es rutina
no es nueva
desaparece
ya vuelve a perder
su pátina de vida la
normalidad

ya deja de ser nueva,
ya nos hacemos viejos
otra vez
ya la muerte no nos ve, y
ya aburridas
la vida y la muerte
unidas
nos olvidan

28014









cuando digo código
quiero decir cara
y si digo postal, quiero decir...

¡qué mal, mi código postal!
A mí no me enrolla, a mí no
me representa, no me llena la olla,
mi código postal, a mí
no me alimenta.

A mí ocupar mi paradero
no me hace ser mejor,
comprar una camisa por ejemplo
pensando ya en el fachaleco
tener portero, tratar de tú al cartero
darle limosna al pobre en la parroquia,
propina al camarero
y dispararle al negro en el estrecho
no me convierte en ciudadano de derecho.
Yo no me creo la polla por tener techo
bajo mi código postal,
o por poder quemar mi diésel en el centro.

¿Para qué sirve, el código postal?
¿Es una broma de carteros?
¿Un testaferro para que sobre el tiempo y el dinero?
¿Un hospital que falta, un colegio, un árbol,
el agua de una fuente, un alquiler, un bus, un parque,
un polideportivo, una piscina, una ambulancia
metidos en un sobre que llega a su destino
del barrio Salamanca, o de Andorra,
sin que haga falta preguntar a algún vecino?
¿Un número tras otros de tontos detrás
del uno de una lista? ¿La cara
para tapar las cruces de la historia?
¿La división de las personas según su territorio?
¿No os suena un poco todo esto a farfolla?
Hay código postal, hay huso horario,
hay kapital
pero luego no hay salario.


Hay un Madrid que ríe
con su código postal,
y otro que llora, y aún así ríe
por no llorar, hay solidaridad:
con los carteros
hay Navidad, complicidad
con los taxistas,
y familiaridad con los buenos camareros.
Ellos también ansían su código postal,
aunque les uberice: les uberiza bien,
lo pueden entender:
“cuando digo código
quiero decir cara
y si digo postal, quiero decir...”
Parece muy sencillo,
y lo es: tú para Leganés,
para mí Goya.

Y los que ya lo tienen,
los banqueros, constructores,
los de la desmemoria,
lo promocionan,
al código postal,
quieren más gente cuadrada como el
código postal.

Ese Madrid de la caña y la tortilla
con cebolla y sin cebolla
que aspira a más y va a los toros.
El que se emperifolla
y ese que embrolla las cuentas del partido
y arrolla a los panchitos que sirven en el palco.
Y ese Madrid hijo de algo
que abolla y huye
que folla y apimpolla
que distribuye el aguinaldo.
Ese Madrid genital que piropea mal
regido por su código postal.

Hay mucha gente que lo flipa con el código postal,
suelen ser viejos que tienen miedo de perderse
o adolescentes que creen en lo apolíneo.
Gente corriente en el fondo,
buitre,
de su vecino.
Aquel que va a esquiar y aspira al ángulo
recto del código postal entre la nieve,
aquel que sabe empolvar números,
maquillar muertos,
cambiar cuentas de sexo, aquel
que sabe caer bien, mientras fuerza a los débiles.
Hay militares, también, por su-puesto;
y chorizos y presuntos:
villarejos, billyelniños,
largos cuellos de avestruz,
ultras de arriba y del sur, futbolistas, tela-hincos,
arquitectas nivel Diox, másteres del multiverso,
encofradores adustos, lolaflores,
a cenares y a cenaras, excelentísimos señores,
sus santidades la maman,
roci-hitos, ni-colases, felipe-juanes-froilanes
¡y fräuleins!
boyeres-preysler, preysler-falcós, iglesias-preysler, marqueses
de Vargas Llosa, e isabeles. Tronos, tronas, trenas, trullos,
sillas, cátedras, poltronas, plazas de abono, truños,
escaños tazas retretes
zurullos y taburetes.

Si en el fondo hay mucha gente,
bajo el fondo mucha más.
Por eso Madrid no se hunde, capital, y tal y tal...
tiene un cimiento de gente presa del peso del cielo.
y entre el cimiento y el cielo todo aquel que pasa y pisa
como si fuera a escapar de la tramoya oficial -cara
o cruz-
¡Nuestro entramado discreto!
¡La Paloma servicial!
¡todos con-Don GePPetto!

¡VIVA EL CÓDIGO POSTAL!



quédate en casa





Salgo
con el carro de la compra a pasear al perro,
llevo la tarjeta para sacar dinero
a la vuelta iré al barbero y pasaré por el estanco y la farmacia.
Y así todos los días hasta que cese la Alarma.

Si se puede vivir





Si se puede vivir como un musgo parte de una alfombra
que se extinde por el infinito y es la historia de la vida
y formando nosotros parte de ella atraviesa el tiempo de pasado a futuro,
lo dirán los filósofos, pero yo
quiero vivir como si todo fuera único.

Coronavirus








Se mueve imperceptible, microscópico,
por entre la gente recién salido de las fosas nasales, recién
adherido a la barra del metro, del tren,
del autobús.
Está en la barra del bar y en la tos por la espalda,
en la barra de pan y en el papel higiénico.
El virus ni siquiera sabe que lo es. Actúa
ciegamente, sin razón, sin sentimiento,
como una ley.
La ley de la selva.
Al fin
volvemos a estar muertos.

Fuck people






Las cosas me hablan en inglés.
Tengo una puerta que encaja mal y cada vez que la cierro
me dice a la cara fuck people

cada vez que la cierro

fuck people

Fiaos de mí, la cierro
un par de veces al día.

Hay un grifo que ayer al abrirlo me soltó un
hey you, motherfucker que me dió escalofríos.

Pero en vez de tomarla con las cosas 
me pregunto
cómo es posible que hablen.
Porque las cosas no hablan, hablan las personas.
Y después me pregunto si no será que no son cosas sino personas
me pregunto por qué asumo que las cosas se perfeccionan
por qué no quiero darme cuenta de que son personas que se disocian
de tanto hacer todo el rato lo mismo.
Me pregunto cuántos millones de personas quedamos.
Me pregunto desde cuándo
hablo yo 
inglés.

Hay gente así, y yo soy uno de ellos.





Tú no lo entiendes, pero soy una piedra.
Y no soy un metal ni una arcilla ni un mineral,
soy un cristal. Una piedra militar.
Entre mis átomos no pasa ni el tiempo.
Mis electrones precisan andador.
No se lo doy. Soy inasequible al desaliento.
Digo frases estancadas en el viento.
No es mi naturaleza doler.

Estoy superquieto.
Yo no me he movido nunca.
No pienso. Estoy sin conocimiento.
Soy un cristal a siete kilómetros del suelo.
Aquí no hay sistema solar.
Nuestro dios es el silencio.
Los terremotos son individuales.
Son un mero movimiento, no tienen sustancia, no ocurren.
Hay un cosquilleo gigantescamente tenue de gluones a modo de ruido blanco.
La nada.
El intersticio.
El caos.
Tú no lo entiendes, pero soy una piedra.

¡Eh!

¡Escucha lo que te digo!

Los ricos del campo santo




Si nos pagaran por masturbarnos todos seríamos millonarios.
Ya no hablaríamos entre nosotros, la especie se extinguiría en una generación.

Todos seríamos los ricos del campo santo.
La Naturaleza aparecería y desaparecería instantáneamente si la vida fuera fácil.

Así que no te quejes.
Aún te sobra tiempo para leer
y ser poesía.

pan





Si pudiera escribir tan solo una palabra escribiría pan.
Amasaría con agua el papel y la palabra
pondría la masa al fuego.
Y tomaría el pan y el verbo lo repartiría.
Y no querría poesía.
Y no sabría lo que he hecho.

si los amaneceres





Si los amaneceres pensaran discutirían
por nuestra causa.
Por no saber quién sabe más sobre nosotros:
si nos queremos, si no,
si hoy es mejor o peor que ayer
o que mañana.

Unos amaneceres y otros no se pondrían de acuerdo, porque en algunos
amanecimos juntos en la misma cama y en el mismo beso.
Nos despertó la misma luz del mismo amanecer
al mismo tiempo.


Otros dirían que estábamos separados,
que despertaron a dos personas diferentes
en dos habitaciones distintas,
atravesando cada ventana de una manera,
incidiendo en dos ángulos opuestos
sobre las sábanas.

Si los amaneceres pensaran se reunirían para charlar,
discretamente,
en las hemerotecas.
En torno a una gran mesa redonda dialogarían,
la presidencia habría de rotar cada día,
siendo además el presidente
de turno
el único ausente...

Yo mismo cedo a veces a la tentación
de no considerar a los amaneceres
como una sucesión continua.


Yo me resisto a pensar que la última palabra es la opinión última,
y que la última emoción es más auténtica que otras anteriores.
Que hoy es más mi vida que ayer,
o que mañana.
Que yo existo, si he de ser
solo una procesión de individuos que se repiten:
fotografías
que hacen cine.




Y no lo pienso, a la luz

de algunos amaneceres, pero sí
a la de otros

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...