Dónde está mi puto teléfono








I 

Me gustaría saber dónde está mi teléfono.
Llevo una hora buscándolo y no lo encuentro.
No encuentro mi teléfono.
No encuentro mi teléfono.
(Lo estoy buscando).
Estoy buscando mi teléfono desde hace una hora pero no lo encuentro.

He mirado en la nevera.
Primero miré en el baño y en la habitación y en el salón y en el baño
y en la cocina y en el armario empotrado donde guardo la ropa.
En mi casa solo hay un baño, pero he pasado por el pasillo en una y otra dirección mientras buscaba
y en el pasillo está la puerta del baño y he mirado dos veces.
He mirado dos veces el lavabo y la taza y la banqueta
y las esquinas de la bañera
y el espejo. El espejo vale por dos, así que lo he mirado cuatro veces.
Hace un par de horas sentí frío en la espalda y fui al armario empotrado a buscar una chaqueta.
He buscado ahí.
No creía en realidad que me lo hubiera dejado en el armario empotrado
no suelo dejármelo ahí, no me sonaba habérmelo dejado
pero he mirado
por si estaba
pero no estaba.
No estaba ahí, mi teléfono,
en el armario empotrado.
He mirado en la cocina antes de mirar en el salón y en el baño.
He mirado en la cocina porque en la cocina sí suelo dejármelo.
Me lo suelo dejar después de comer, o de cenar,
y tengo que volver a buscarlo cuando ya estoy sentado en el sofá.
A veces me lo dejo después de desayunar.
Y tengo que volver a entrar en casa cuando ya he salido a la calle.
Siempre me doy cuenta nada más salir
si me he dejado mi teléfono.
Pero tampoco está aquí
(escribo esto desde la cocina)
así que salgo al salón y miro sobre la mesa y en el sofá
levanto los cojines y veo de todo menos mi teléfono.
Hay dinero y lo dejo ahí. Sigo buscando mi teléfono.
Lo busco debajo del sofá y sobre el televisor.
Me quedo callado por si vibra.
Sí, me llamo a mí mismo desde el teléfono fijo.
Sí, tengo teléfono fijo.
Solo lo uso para llamarme a mí mismo cuando no encuentro mi teléfono.
Así que siempre que me llamo no me lo cojo.
No me cojo mi teléfono.
A veces lo encuentro así,
llamándome desde el teléfono fijo.
Esas veces me cuelgo.
Me cuelgo a mí.
Me llamo
y me cuelgo.


He entrado en la habitación con la total seguridad de encontrar mi teléfono.
He pensado que en el fondo siempre he sabido que me lo había dejado ahí.
He pensado que busco la emoción distópica de una vida postapocalíptica carente de teléfonos
y por eso dejo para el final el lugar donde sé que me he dejado mi teléfono.
La habitación.
También suele estar ahí.
Imaginaos
mi decepción.
Tampoco estaba.
He vuelto a mirar por toda la casa con otra mirada.
He mirado en el suelo y bajo los libros.
He mirado en los bolsillos de la ropa de invierno.
He mirado bajo la cama, y entre las sábanas.
He mirado en las esquinas de atrás de la bañera.
Y acabo de mirar en la nevera.
Como se me haya perdido para siempre...
Seguiré buscándolo eternamente. Tengo que encontrarlo.
Voy a poner en facebook si alguien sabe algo.
Voy a mirar cuántos seguidores tengo.
Voy a seguir mirando mi teléfono.
Voy a dejar de buscar


Voy a dejar de mirar mi teléfono.
Tengo que buscar algo, pero no recuerdo...

no recuerdo qué estaba buscando.
 
II

No recuerdo qué estaba buscando.
Estaba buscando algo.
Algo que buscaba y buscaba pero no encontraba.
Lo buscaba...
ya sabía yo que nada puede ser perfecto
estaba mirando mi teléfono, solo lo miro cuando no hago nada,
cuando ya lo he hecho todo,
cuando tengo un momento para mí
y para mi teléfono
y de pronto he despertado del ensueño en mi teléfono y me he dado cuenta de que estaba buscando
algo, aunque no recuerdo qué.
Estaba con mi teléfono y antes no sé lo que estaba haciendo
estaba buscando

¡estaba buscando mi teléfono!

estaba buscando mi teléfono
dónde está mi teléfono
dónde está mi teléfono
necesito ahora mismo mi teléfono
lo necesito ahora mismo
aunque se me haya caído y esté roto
aunque su batería se esté muriendo
quiero volver a ver a mi teléfono
quiero volver a ver sano y salvo a mi teléfono
mi teléfono, mi teléfono
dónde está mi teléfono
exijo que aparezca mi teléfono
reivindico mi teléfono
reivindico a los teléfonos del mundo
os reivindico
teléfonos del mundo, uníos
un fantasma recorre mi casa, mi teléfono
no está no aparece, mi teléfono está, pero no aparece
está oculto mi teléfono
está ausente
se ha ido
¿se pueden ir los teléfonos?
El mío sí
o eso parece.
Cómo puede ser
si lo tenía conmigo
si no me separo de mi teléfono
Mi teléfono es para mí como un padre
enfermo, como un hijo,
como su cargador,
como los cascos.
Qué será de los cascos ahora
a esos seguro que me los encuentro
qué sonidos retransmitirán, qué blutuz parasitarán
mis cascos queridos
mis cascos que no desenredo
porque no son nada sin mi teléfono
sin mi teléfono los he perdido a ellos también
el cargador irá a parar a un cajón
los cargadores que cargan la nada están condenados
se imaginan que están bajo la mesa camilla,
o junto a la cama
cargando teléfonos
en ese cajón
que es su eternidad.
Ellos, capaces de cargar una lámpara que ayude a buscar mi teléfono,
ellos, que podrían cargar mi teléfono tanto que me llamara a llamaradas
me diría señales de humo de despedida mi teléfono
me diría no pasa nada
el mundo está lleno de teléfonos
he subido a la nube tus archivos
mi cuerpo era solo un vehículo obsolescente
mi batería se apaga
conserva mi número
pero su cargador deja de ser, desaparece
sus contornos se difuminan sin mostrar impedancia
los cargadores no son si no cargan.
Descansan su carga en un cajón.
Dios, mi teléfono está en todas partes.
Barriendo el espectro, sincronizándose.
Dando su posición, pero yo, homo sapiens,
animal sublumínico,
no lo percibo.
Incluso lo olvido.
Lo dejo un rato.
Ya volveré.
Ya volveré luego con otra mirada.
Con un nuevo buscar.
Necesito desconectar, voy a mirar
mi teléfono.


Una flor



abrikostræerne findes, abrikostræerne findes

Alfabet, Inger Christensen




Una flor.

Una flor es
una flor.

Otra flor es
una flor.

Otra flor es
una flor.

Una naranja.

Una naranja fue
una flor
ahora es
una naranja.
Después

será tierra
será lombriz
será tierra
será raíz
será tallo
será flor
será manzana.

Una manzana es
una flor.

Una manzana es una naranja.
Es lombriz es tierra es raíz
es tallo es
manzana.

Una lombriz es una lombriz.

Tierra raíz tallo flor,
tierra raíz tallo flor
manzana naranja yo tierra
tallo flor tierra yo
tierra tallo flor manzana
yo tierra lombriz raíz
tierra raíz
tierra raíz
yo tallo yo
flor manzana
naranja.

sería maravilloso





Si hacemos una genealogía del lenguaje tendremos que partir de los átomos,
es verdad, para hablar de todo hay que partir de los átomos.
Lo que pasa es que al principio todo es muy sencillo.
Todo es poner en la coctelera del tiempo todos los ingredientes
y esperar pacientemente a que se dé la casualidad.
Después viene una segunda fase. Hacen falta cosas complejas para llegar a la segunda fase.
Cosas como una persona que tiene capacidad de lenguaje
y podría hablar si sirviera de algo. Pero no sirve de nada, es demasiado complicado.
¿Cómo va a ocurrir eso dos veces al mismo tiempo en mitad del tiempo y de la inmensidad?
Si ocurriera, estaría en ese momento el universo dividido en dos
la parte que dice que sí y la que dice que no.
Pero el sí y el no ya no estarían solos en el limbo del quizá. Sería maravilloso llegar a eso
partiendo de unos cuantos átomos.

cuando olvidemos que es nueva la nueva








vuelvo al trabajo tras la cuarentena
hoy después de desayunar me he customizado
con el estilo casual de la nueva normalidad

me he mirado al espejo
porque no soy el mismo
he memorizado mi mirada
me he puesto unos guantes
he extraído
la marcarilla plastificada,
me la he ajustado en la nariz y he
guardado mis gafas
para la vista cansada
de la antigua normalidad
he salido
y he esperado el autobús

me ha aceptado
el tercero
que ha pasado
y he viajado
separado
de los otros pasajeros
autorizados hasta la estación
de tren

en el tren un revisor
robotizado
me ha pedido
con suma amabilidad
mi salvoconducto
mis papeles
mis resultados en los tests
mi certificado
de positivo
inmunizado
que me permite gozar
de la nueva normalidad
mientras propago inmunidad de rebaño
soy esquilado por un equipo uruguayo
traído ex-profeso
de Maldonado
estamos en la fase III
aunque nos comportamos
como si fuera la IV
pero no pasa nada
los memos
sabemos comportarnos

es admirable
cómo nos hemos concienciado
nos alaban las autoridades
en el congreso
y en el senado
pronto alcanzaremos la fase
última
que ya se
vislumbra
cuando olvidemos que es nueva la nueva
normalidad

ya el miedo
se mitiga,
ya a veces olvidamos
que es nueva
esta rutina
ya no es rutina,
no es nueva
desaparece
ya vuelve a perder
su pátina de vida la
normalidad

salgo a comer
a mitad de jornada
hoy
voy yo solo a un japonés
los japoneses son aseados
no manipulan
el sushi está bien me digo
el sushi está bien
he adelgazado
tres kilos
eso también está bien
pago en yens y me piro
trabajo
hasta las 10

entro en casa y tiro
la ropa al cubo
de la basura
reciclada
la mascarilla al
incinerador yo
me meto en la ducha
me pongo el traje de gala
tengo Zoom
con unos amigos
saludo
a mi mujer
la beso en la frente
apocopadamente
piadosamente
cástamente
como cuando me cantaba el
¡Resistiré!
Como cuando se asomaba al balcón
y aplaudía a la gente
como cuando aún percibíamos el peligro
como si pudiera contagiarme aún
otro virus

ya el miedo se mitiga
ya a veces olvidamos
que es nueva
esta rutina
ya no es rutina
no es nueva
desaparece
ya vuelve a perder
su pátina de vida la
normalidad

ya deja de ser nueva,
ya nos hacemos viejos
otra vez
ya la muerte no nos ve, y
ya aburridas
la vida y la muerte
unidas
nos olvidan

28014









cuando digo código
quiero decir cara
y si digo postal, quiero decir...

¡qué mal, mi código postal!
A mí no me enrolla, a mí no
me representa, no me llena la olla,
mi código postal, a mí
no me alimenta.

A mí ocupar mi paradero
no me hace ser mejor,
comprar una camisa por ejemplo
pensando ya en el fachaleco
tener portero, tratar de tú al cartero
darle limosna al pobre en la parroquia,
propina al camarero
y dispararle al negro en el estrecho
no me convierte en ciudadano de derecho.
Yo no me creo la polla por tener techo
bajo mi código postal,
o por poder quemar mi diésel en el centro.

¿Para qué sirve, el código postal?
¿Es una broma de carteros?
¿Un testaferro para que sobre el tiempo y el dinero?
¿Un hospital que falta, un colegio, un árbol,
el agua de una fuente, un alquiler, un bus, un parque,
un polideportivo, una piscina, una ambulancia
metidos en un sobre que llega a su destino
del barrio Salamanca, o de Andorra,
sin que haga falta preguntar a algún vecino?
¿Un número tras otros de tontos detrás
del uno de una lista? ¿La cara
para tapar las cruces de la historia?
¿La división de las personas según su territorio?
¿No os suena un poco todo esto a farfolla?
Hay código postal, hay huso horario,
hay kapital
pero luego no hay salario.


Hay un Madrid que ríe
con su código postal,
y otro que llora, y aún así ríe
por no llorar, hay solidaridad:
con los carteros
hay Navidad, complicidad
con los taxistas,
y familiaridad con los buenos camareros.
Ellos también ansían su código postal,
aunque les uberice: les uberiza bien,
lo pueden entender:
“cuando digo código
quiero decir cara
y si digo postal, quiero decir...”
Parece muy sencillo,
y lo es: tú para Leganés,
para mí Goya.

Y los que ya lo tienen,
los banqueros, constructores,
los de la desmemoria,
lo promocionan,
al código postal,
quieren más gente cuadrada como el
código postal.

Ese Madrid de la caña y la tortilla
con cebolla y sin cebolla
que aspira a más y va a los toros.
El que se emperifolla
y ese que embrolla las cuentas del partido
y arrolla a los panchitos que sirven en el palco.
Y ese Madrid hijo de algo
que abolla y huye
que folla y apimpolla
que distribuye el aguinaldo.
Ese Madrid genital que piropea mal
regido por su código postal.

Hay mucha gente que lo flipa con el código postal,
suelen ser viejos que tienen miedo de perderse
o adolescentes que creen en lo apolíneo.
Gente corriente en el fondo,
buitre,
de su vecino.
Aquel que va a esquiar y aspira al ángulo
recto del código postal entre la nieve,
aquel que sabe empolvar números,
maquillar muertos,
cambiar cuentas de sexo, aquel
que sabe caer bien, mientras fuerza a los débiles.
Hay militares, también, por su-puesto;
y chorizos y presuntos:
villarejos, billyelniños,
largos cuellos de avestruz,
ultras de arriba y del sur, futbolistas, tela-hincos,
arquitectas nivel Diox, másteres del multiverso,
encofradores adustos, lolaflores,
a cenares y a cenaras, excelentísimos señores,
sus santidades la maman,
roci-hitos, ni-colases, felipe-juanes-froilanes
¡y fräuleins!
boyeres-preysler, preysler-falcós, iglesias-preysler, marqueses
de Vargas Llosa, e isabeles. Tronos, tronas, trenas, trullos,
sillas, cátedras, poltronas, plazas de abono, truños,
escaños tazas retretes
zurullos y taburetes.

Si en el fondo hay mucha gente,
bajo el fondo mucha más.
Por eso Madrid no se hunde, capital, y tal y tal...
tiene un cimiento de gente presa del peso del cielo.
y entre el cimiento y el cielo todo aquel que pasa y pisa
como si fuera a escapar de la tramoya oficial -cara
o cruz-
¡Nuestro entramado discreto!
¡La Paloma servicial!
¡todos con-Don GePPetto!

¡VIVA EL CÓDIGO POSTAL!



quédate en casa





Salgo
con el carro de la compra a pasear al perro,
llevo la tarjeta para sacar dinero
a la vuelta iré al barbero y pasaré por el estanco y la farmacia.
Y así todos los días hasta que cese la Alarma.

Si se puede vivir





Si se puede vivir como un musgo parte de una alfombra
que se extinde por el infinito y es la historia de la vida
y formando nosotros parte de ella atraviesa el tiempo de pasado a futuro,
lo dirán los filósofos, pero yo
quiero vivir como si todo fuera único.

Coronavirus








Se mueve imperceptible, microscópico,
por entre la gente recién salido de las fosas nasales, recién
adherido a la barra del metro, del tren,
del autobús.
Está en la barra del bar y en la tos por la espalda,
en la barra de pan y en el papel higiénico.
El virus ni siquiera sabe que lo es. Actúa
ciegamente, sin razón, sin sentimiento,
como una ley.
La ley de la selva.
Al fin
volvemos a estar muertos.

Fuck people






Las cosas me hablan en inglés.
Tengo una puerta que encaja mal y cada vez que la cierro
me dice a la cara fuck people

cada vez que la cierro

fuck people

Fiaos de mí, la cierro
un par de veces al día.

Hay un grifo que ayer al abrirlo me soltó un
hey you, motherfucker que me dió escalofríos.

Pero en vez de tomarla con las cosas 
me pregunto
cómo es posible que hablen.
Porque las cosas no hablan, hablan las personas.
Y después me pregunto si no será que no son cosas sino personas
me pregunto por qué asumo que las cosas se perfeccionan
por qué no quiero darme cuenta de que son personas que se disocian
de tanto hacer todo el rato lo mismo.
Me pregunto cuántos millones de personas quedamos.
Me pregunto desde cuándo
hablo yo 
inglés.

Hay gente así, y yo soy uno de ellos.





Tú no lo entiendes, pero soy una piedra.
Y no soy un metal ni una arcilla ni un mineral,
soy un cristal. Una piedra militar.
Entre mis átomos no pasa ni el tiempo.
Mis electrones precisan andador.
No se lo doy. Soy inasequible al desaliento.
Digo frases estancadas en el viento.
No es mi naturaleza doler.

Estoy superquieto.
Yo no me he movido nunca.
No pienso. Estoy sin conocimiento.
Soy un cristal a siete kilómetros del suelo.
Aquí no hay sistema solar.
Nuestro dios es el silencio.
Los terremotos son individuales.
Son un mero movimiento, no tienen sustancia, no ocurren.
Hay un cosquilleo gigantescamente tenue de gluones a modo de ruido blanco.
La nada.
El intersticio.
El caos.
Tú no lo entiendes, pero soy una piedra.

¡Eh!

¡Escucha lo que te digo!

Los ricos del campo santo




Si nos pagaran por masturbarnos todos seríamos millonarios.
Ya no hablaríamos entre nosotros, la especie se extinguiría en una generación.

Todos seríamos los ricos del campo santo.
La Naturaleza aparecería y desaparecería instantáneamente si la vida fuera fácil.

Así que no te quejes.
Aún te sobra tiempo para leer
y ser poesía.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...