Cuando la anécdota aún no lo es para mí,
para ti sí hoy, para mí, en algún mañana;
no se ha secado la tinta que pauta el papel,
- para él aún es una mancha-
es en ese momento leve y tenue,
en el que te veo desnuda y diferenciada del yo
que tanto nos gusta. Y quiero volver hacia él,
y tú también vuelves,
y habláis otra vez, poco a poco,
de ese momento, y ya yo, poco a poco,
también lo convierto en anécdota,
y nos vamos mintiendo para comprendernos,
y para volver a ser dos uno sólo.
Pero yo he sabido en el lapso que el papel era blanco
y no puedo olvidarlo. Aunque recordarlo ya sé,
hace tanto,
que no me compensa...
sólo quería dejar constancia de que sigo leyendo (espero que con aprovechamiento, como se decía antes), pero muchas veces no deja uno comentario por no tener nada inteligente que añadir, y se siente uno como esos infelices que cuando les cuentas un chiste y les gusta te lo explican a ti, mientras todavía les está dando la risa.
ResponderEliminar