Comba...
Comba la bóveda
celeste, Selene,
hacia afuera,
amanece de una vez.
Quieta. Deja que yo,
previo a Copérnico, crea
en tu órbita en torno,
que sea paladar
más que lengua, que sea
de algo
único ejemplo.
Apiérname entre tus piernas.
Frotarme, arrancar. Aplacándose
Una lágrima en cada músculo,
en cada poro.
En cada roce la salinidad
de un mar
en mis dedos.
Frotarme unos ojos hasta sangrar
que están secos.
Arrancar la costra buscando las lágrimas.
Lágrimas
de cualquier color.
Amor coagulándome ante tus ojos,
sangre aplacándose.
Te convierto en estatua de sal.
Sed del Leteo,
que termina al primer sorbo.
Llévame, distancia,
lejos.
Oh Navidad, mi Navidad!
¡Oh Navidad, mi Navidad!
Terminó nuestro espantoso viaje
por el calendario
hemos salvado el final del verano,
los difuntos, el puente-acueducto
de la Constitución.
Ya llegas a nosotros, ya oigo las campanas
sobre campanas,
los peces en el río se emborrachan,
el pueblo acude ya gozoso al Corte Inglés
sin esperar a las
más lógicas
rebajas.
Mas oh, corazón, corazón, corazón,
Papá Noel no existe,
los reyes son los padres.
Oh, Navidad, levántate
y escucha las campanas
sobre campana,
los peces en el río,
levántate, es para ti el belén,
los villancicos, el abeto,
las luces por las calles,
son para ti las colas en doña Manolita
los huérfanos aclaran ya
su voz.
A ti te llama la masa móvil del Pueblo
a ti vuelve sus rostros anhelantes.
El Barça-Real Madrid queda muy lejos
y del Real Madrid-Barça no se acuerda ya nadie.
Oh, Navidad, oasis del año,
que aun seas descanso del trabajo,
pero no, no es más que un sueño,
Papá Noel no existe,
los reyes son los padres.
Yo ya no soy un niño,
el árbol me da alergia,
tengo que ir a comer el 25
con mi familia y el 31 ceno
con mis suegros.
La Navidad se ha muerto entre mis brazos
he visto tantas veces
"Qué bello es vivir"
que voy a vomitar.
Y mientras tanto los centros comerciales
están a reventar,
están a reventar los cines,
llenos de niños,
llenos de gilipollas haciendo cola
para una cocacola.
La música a tope, la luz
a todo trapo, los cajeros vacíos,
el cava derrochado.
Mas yo con pasos fúnebres
recorro la ciudad huyendo del desmadre
y grito, pero no escucha nadie:
¡Papá Noel no existe,
los reyes son los padres!
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Son cosinas,
Tréboles
Un instante cualquiera
Hay una mosca quieta.
Suspendida en el aire.
Sus ojos múltiples, sus alas extendidas,
como clavada con un alfiler a un instante.
La observo, exenta, desde los ángulos,
en un traveling de izquierda a derecha,
de arriba a abajo, entre
la luz que refleja el lado contrario.
Veo el reflejo en sus ojos de celda.
Sé, así, lo que ha visto antes
de este momento:
el que lo cambia todo tanto que se hace eterno
y hay una mosca quieta en mitad del tiempo.
Bajo ella un hombre,
un cuchillo.
Hay sangre de una mujer por el suelo.
Hay una mujer muriendo rodeada de sangre
en el suelo, en una habitación normal
de cualquier ciudad.
El hombre la ha acuchillado,
la acuchilla,
en el pecho, el abdomen,
en el cuello.
Hay heridas en sus brazos,
cortes en sus dedos.
Tiene los ojos abiertos
y en este momento, durante esta pausa,
sus ojos dejan de ver a su asesino,
al resto del mundo.
La mujer ha muerto.
Justo en este momento,
el que lo cambia todo tanto que se hace eterno,
y hay una mosca quieta en mitad del tiempo.
Ahora, antes de que continúe,
describiré otras cosas
apurando lo descriptible, lo quieto:
es verano, hace calor,
la habitación huele a tabaco,
sudor, alcohol,
humo de algo que se quema en la cocina.
Hay un televisor funcionando,
su imagen también parece detenida.
No lo está, continuará cuando se reanude el hilo
de lo que acontece, excepto la vida, parece claro,
de esta mujer ya ciega, ya inconsciente,
ya insensible. Ya muerta,
ya noticia tal vez, ya
estadística.
Ya.
A partir de este momento,
el que lo cambia todo tanto que se hace eterno
y hay una mosca quieta en mitad del tiempo.
Hay una mosca quieta en mitad del tiempo
como clavada a un instante con un alfiler.
Sus múltiples ojos lo han visto todo
sus alas extendidas en el aire
reanudarán ahora su zumbido.
Una mujer muerta bajo mil ojos.
Verano. La mosca sale.
Hay mil habitaciones en la ciudad,
miles de ventanas
abiertas.
Y alas que no se paran, que vuelan
por el olvido.
Te doy la mano
Te doy la mano
porque no podemos caminar entrelazados,
porque el mundo no espera por nosotros dos;
porque mitades de naranja de verdad
no siempre hacen una esfera,
porque en realidad no todo rueda.
Metáfora de abrazo, fractal de torsos y de piernas
te doy la mano porque no soporto el frío galáctico
de la distancia a ti, porque prefiero un dedo tuyo
a todas las estrellas.
Tu mano a cualquier luz.
Tu calor átomo a fes y ciencias.
Porque mi línea recta es la línea de tu huella dactilar.
El burro delante
Soy un burro.
Yo.
El burro delante de tú.
Pero detrás soy aquel que más
te amará. Aquel
que te ama mejor.
Para quien tú
estás.
Yo soy tú
más que tú.
Y a veces huyo hacia adelante
sobrepasándote.
Vuelvo a ser un burro
coceo futuro y pasado
humanos, hago
como si no fuera yo.
Tú lo sabes.
Un burro delante, no yo.
Yo
no quería pegarte
aquel grito,
yo no quería empujarte.
Puñetazo, violación,
puñetazo.
Yo no te estrangulo,
no te mato.
Te quiero tanto delante
de ti,
te amo tanto
delante, tanto
te mato…
Me arrepiento tanto
de ti,
de que tú…
Tú. Te odio tanto
cuando te tratas así…
tú eres yo.
Tú
soy yo.
No quiero oír otro tú
cuando no estaba yo.
Tú
arribando ya a él.
¿Quién fue él?
¿Qué él es?
Yo te mato aquí y allí
él
muere.
Yo soy tu único él.
Te amo tanto,
mato tanto,
tanto yo,
delante,
espanto.
Poema cuyo título es más largo que sí mismo y se convierte en un título de un poema que acaba de dejar de ser un título y así sucesivamente.
Este poema empieza así y termina así.
Así así.
Así así.
Si natural
Doce notas se reparten todo el mundo,
lo enjaulan al comprobar que Pitágoras
fue un falso profeta del número.
Y el número cuenta.
Do, do sostenido, re…
mi bemol,
y así etcétera.
Teclas negras, teclas blancas,
no hay otra libertad más que ésa.
Farsa platónica,
pentatónica apariencia.
Fa,
sol…
Zanahoria digital, temperamento
al que todo le da igual.
Yo quiero tocar de oído el violonchelo,
yo quiero tocar la flauta,
yo quiero escuchar mi infancia de fondo
como un violín chirriando.
Quiero aún
desafinar
de cuando en cuando.
La...
No me tomo al Hertzio tan en serio
que le hago echar la cuenta de cuatrocientos cuarenta,
me parece que al hablar es escuchar el mejor razonamiento.
Pero el piano...
teclas tan blancas o negras...
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Son cosinas,
Tréboles
Mala hierba
El poeta es un plantador de árboles furtivo
Olbap Anitroc
Creí que besarse en la calle era bueno.
Creí que decir lo que pienso,
que mirar a los ojos, escuchar la verdad,
respetar a los otros, llorar,
yo creí
que era bueno.
Nunca en mi infancia oí hablar de dinero.
Por eso de noche
me arrastro hasta un claro del bosque y en él
planto árboles tercos,
y los leñadores
al alba no pueden creer lo deprisa que crece
un poema.
Olbap Anitroc
Creí que besarse en la calle era bueno.
Creí que decir lo que pienso,
que mirar a los ojos, escuchar la verdad,
respetar a los otros, llorar,
yo creí
que era bueno.
Nunca en mi infancia oí hablar de dinero.
Por eso de noche
me arrastro hasta un claro del bosque y en él
planto árboles tercos,
y los leñadores
al alba no pueden creer lo deprisa que crece
un poema.
Crítica feroz
Sana Blog de Babel,
ultraísmo a kilómetros.
Aquelarre alrededor de una biblia. Poetas
descuartizándose.
Halloween crudo, escaramuza al unísono de
sangre china
debacle abierta -portazos del viento-
por derribo.
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Son cosinas,
Tréboles
lluvia
Elle a toutes les complaisances.
Paul Éluard
Paul Éluard
No escribir ni una palabra.
Dormir.
Saltarme la lengua por los aires.
Dices
que no estás llorando al otro lado del teléfono.
Dices
que hay un niño así que no eres tú.
Pienso en irme al alba a lomos de pájaros mustios
sintiendo los huesos en sus alas como carracas
batiendo bajo la lluvia.
Entre tus lágrimas.
Éxodo
Se fueron apagando los jadeos,
los suspiros y los síes de la casa de al lado
hasta que no se oía ninguno ni su eco,
sustituidos por motores alejándose, adioses
públicos en los aparcamientos.
Y el Sol se hizo notario en las habitaciones del baldío.
Y las semillas yacen en el invernadero.
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Son cosinas,
Tréboles
Gracias por venir
A Paul Éluard, François Villon, Rafael Alberti, Alfonso Camín y León Felipe,
(por medirse con nosotros, mortales, en el Poetry Slam de Halloween)
No existen poetas muertos
yo niego la mayor; y si me apuran
vivos tampoco.
Existe la poesía escrita, la poesía
que duerme a oscuras en los libros
hasta que un lector la agita con sus ojos,
incluso el que la ha escrito, pero el poeta
solo lo es mientras escribe.
No existen los poetas muertos porque los muertos
no existen.
Existe el recuerdo de los muertos en los vivos
como poemas indelebles,
fragmentos de los muertos como reliquias,
como espejos
rotos a la espera de un reflejo.
Las manos, los ojos, el cerebro, el corazón
cadavéricos no escriben.
No piensan, no ven, no riegan de emoción
ningún papel que aún no existe.
Cuántos poemas muertos hay en la ceniza
no se sabe -infinitos-.
Tampoco existen los poemas nunca escritos
por pereza, o por olvido.
No existe nada más que la poesía dicha,
leída, escrita, escribiéndose.
Naciendo para siempre cuando su creador la certifica
con su muerte, la fija con su fin,
y nunca más la toca, no la lee, no la interpreta,
no es nunca más poeta.
Y nunca los que alguna vez fueron poetas
han de saber si volverán a serlo,
pues la única certeza en esta vida es no ser.
Quizá pensáis, poetas muertos,
que desde vuestro paraíso
seguís jugando a este juego
como cuando estabais vivos.
Tal vez creéis que vuestras influencias
se ciernen sobre el mundo y lo gobiernan,
que hay algo de tinta vuestra en lo que ahora escribimos.
Es la inmortalidad para vosotros un blanco pedestal que os alza
sobre nosotros, pero yo, Maestros Antiguos, os aviso:
no es verdad, para la vida actual
es una gran ventaja seguir vivo.
Porque aunque fuisteis ingeniosos
hoy ya lo habéis dicho todo
y no podéis añadir ni una palabra.
Vivir es una gran ventaja.
Tantos hay hoy que os imitan,
tantos que os malinterpretan,
tanto lustre le estáis dando a tantas ideas abyectas…
sois poetas personaje y otros os estereotipan.
Así que adiós.
Gracias por venir y adiós. Adiós,
porque ni Dani Orviz, ni Silvia Nieva,
ni el Cable Azul, ni Andrés Piquer,
ni Johnny Teuma
en media hora soportarán vuestra careta.
Gracias por venir y adiós.
Vuestras penas yacen en las páginas cerradas de los libros.
Toman ojos, como ectoplasmas, las abiertas,
pero hay tan pocas páginas abiertas…
y cada una exige cien cerradas.
Una mirada es un foco que incorpora un fondo de tinieblas.
Gracias por venir y adiós.
Solo sois páginas pasadas
durmiendo y esperando a que las abran,
durmiendo y soñando con el viento,
la pesadilla blanca, la intemperie que no lee,
la que convierte páginas en pasta de papel,
pasta de papel en plantas,
como si la tierra recordara lo que el hombre olvida,
como si la tierra nunca olvidara nada, como
si el hombre, poeta o no, fuera tan solo olvido.
Gracias por venir, poetas muertos,
decid adiós a los vivos,
nosotros os diremos hasta luego.
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Son cosinas,
Tréboles
Personas
Pasan años hasta que las personas comprenden
que hay mil formas diferentes de vivir
cada segundo.
Como el mar, en una ola,
se desbarata contra la escollera y cada gota
adquiere por el aire su soledad,
hay personas que se van
y hay personas que se quedan solas.
Después, tan solo es la nostalgia,
imagino, de la corriente
quien nos recuerda que fuimos mar
entre regar y regar las flores y el musgo
sobre los que transitan nuestros caminos.
Fairy tale
Del quirófano-fregadero sales con guantes
enjabonados.
Me quieres dar una torta,
lo sé. Mientras me miras observo
gotas jabonosas cayendo
sobre el damero/baldosas
de la cocina.
Las niñas
siempre se fijan en lo que no se nota.
He roto un espejo
(de un balonazo), pero el jabón -juzgas-
en mis ojos es demasiado...
tu sentencia postergada flota,
como una pompa de fairy,
sin verduga.
este cáliz
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae -digo, es un decir-
salid, niños del mundo; id a buscarla!...
César Vallejo, España, aparta de mí este Cáliz
Los lápices sin punta ya no asustan, Madre,
habías de ver
en qué ha quedado todo.
Con la navaja abierta los jerifaltes siegan
lápices.
Desde que nacen los enmudecen, los alisan,
los crían impotentes, sin punta que amenace
ningún papel en blanco.
Los niños lloran solos en las cunas mientras los padres yacen
amordazados,
con máscaras sin ojos, sin oídos,
como bulbos que alimentaran otra flor.
Los lápices sin punta ya no asustan a nadie, es al contrario,
los llevan a escribir la misma frase
mil veces sobre lija hasta que ya no tienen mina,
ya no son lápices. No escriben nada.
Ya no hay dibujos, Madre, no hay ya letras
a ras de suelo,
y lo más preocupante, España,
ya no hay miedo.
Presumíes de ser buen mozu...
Uno, músico, poeta, líder de masas,
llega un momento en que no sabe
lo que saben los demás;
toca, escribe, esbabaya.
Trata de ahorrar, de estuprar nuevas criadas
por si llega de improviso la patada.
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Son cosinas,
Tréboles
domingo, 6:34
Esta vez el ruido no despierta a nadie
nadie abre los ojos y se estira.
Nadie se levanta preguntándose
"ese estruendo, qué habrá sido".
Así que todos se quedan dormidos
en la carretera
donde no hace frío y amanece.
Las sirenas, los taladros,
los gritos. Teléfonos, fotografías.
Sin cuidado. Todos duermen.
Nadie sueña.
justo ahora
Bajo la lámina blanca de mi encimera
hay cientos de huevos de cucarachas,
no me lo niegues
aunque los veas.
No me lo niegues.
Bajo el desagüe
en los huecos de agua caliente incluso en invierno
tienen su hogar las ratas.
A veces, inexperta, alguna sale muerta del grifo.
Sé que lo sabes, pero callas
porque lo has visto.
Sé que lo sabes.
Hay miles de arañas detrás de mis ojos
tejiendo un telón de blanca muerte,
y tú, hijo, aún sigues diciéndome
que todo irá bien.
Hijo.
Veo tus lágrimas, no sé
justo ahora
olvidarlas.
hay cientos de huevos de cucarachas,
no me lo niegues
aunque los veas.
No me lo niegues.
Bajo el desagüe
en los huecos de agua caliente incluso en invierno
tienen su hogar las ratas.
A veces, inexperta, alguna sale muerta del grifo.
Sé que lo sabes, pero callas
porque lo has visto.
Sé que lo sabes.
Hay miles de arañas detrás de mis ojos
tejiendo un telón de blanca muerte,
y tú, hijo, aún sigues diciéndome
que todo irá bien.
Hijo.
Veo tus lágrimas, no sé
justo ahora
olvidarlas.
Techos
Buscando un techo, el joven español
le preguntó a sus padres
y le dijeron: "búscate otro,
ya tienes treinta años."
Le preguntó a su jefe, quien le dijo
"yo te cobijo todo el día,
pero la noche te la pagas con tu sueldo."
Buscando un techo, el joven español
entró en un banco.
"Señor banquero, las noches son muy frías
y no tengo dinero para un techo;
tal vez, si yo se lo devuelvo poco a poco,
podría usted ayudarme".
Y el banquero, sonriendo, le repuso
"búscate un socio, cásate con él
y ya veremos".
Y el joven español así lo hizo y entre su socio y él
fabricaron un techo invisible para sus vidas
y, sobre éste,
el banquero construyó
su edificio.
Repámpanos eléctricos
Qué va una luz a ser vaga a la velocidad que va.
Y si la luz fuera vaga, poeta,
entonces tú...
Olbáp Anítroc, poeta anterior
Orgasmo de palabro metafísico
amor encarcelado en redecilla
mirada maliciosa aviesa abrupta
incorrección prosódica nenúfar.
(Esdrujuleo) de miércoles en jueves de comadres
iniciación (sabático)-julai del pensamiento
olvido involuntario autoindulgente
muerte del verso a manos del rectángulo.
Azúcar que te impide abrir el tarro
inerte mermelada de ciruela
cortada en cachos brunos contrahechos.
Sonrisa camuflada entre la loza
conducta deferente de barbarie
lujuria taparrabos piel y huesos
albatros extraviados,
reloj sin brújula.
Ridículo cristal hipoalergénico.
cómo te lo diría...
Los poetas mordemos la vida
y nos llenamos la boca de palabras.
Y tenemos que sacarnos de la boca los bocados
para poder masticarlos.
La vida, fuera de la boca, masticada,
eso es una metáfora.
Ciática etcétera
Para Gema Bocardo, con mis mejores deseos
Miro la cara de mi dolor
de espalda.
Mi dolor ladra.
He visto un instante esos ojos del perro
con rabia, como un relámpago
he vuelto a mirar lejos,
como He-Man, como Skéletor,
en dirección contraria,
dando la espalda al dolor espejo,
cobarde acto reflejo.
No queda nada
más que avanzar,
carga clavada en cada vértebra,
pasado anzuelo, plomos de pesca, recuerdos.
Bisagra desagradecida de presente, espalda férrica,
rojo tiñendo la revancha
de mañana sobre un hoy ya ayer, ejecutando
su derecho
de doler.
Horas de estudio a la espalda,
espalda pasada concentrada en un punto
lumbar de dolor, transido umbral,
venganza
que me traspasa,
puñalada envenenada de un pasado mal
perdedor.
Ser tan idiota
para tratar de alisarlo en un cuaderno
y que la Tierra gira haciendo un ruido
que se percibe al escucharlo en el silencio.
Que las palabras tienen gatos encerrados
que al abrigarlas huyen, sorprendentes,
y sorprenderse como un niño entre palomas
que baten alas de maíz sobre sartenes.
Hay que estar loco solo a ratos
para escribir poemas que sean cuerdos,
saber cuál es, de los dos pies, el pie derecho,
después ponerle un cómodo zapato izquierdo.
La vida es hoy un bólido de hielo
y para vernos hace falta microscopio,
es una lente lenta, la poesía,
porque es precisa y porque necesita tiempo.
Para escribir poemas hoy en día, como siempre,
hay que leer mucho, andar muchísimo,
saber cambiar por un último verso diez mil versos penúltimos,
mirarse en el espejo y hacerse las preguntas sin respuesta,
para vivir en puño y letra.
Hay que tener tan solo una certeza, entre mil dudas,
de ser poeta.
De CERNutrios y neutrinos
A mis muchos conocidos físicos,
incluido el informático candidato al Nobel
de esa disciplina.
Un suizo tira un neutrino,
con rosca, a un italiano,
como Marco trasalpino,
solo que por las alcantarillas
de los Montes Apeninos.
Y el italiano declara
que le ha dado y le ha dolido,
que las teorías de Einstein
quizás fueran infundadas,
que ya no tendrán sentido,
que Dios sí juega a los dad@s.
(Este italiano delira).
Nadie habrá podido verlo
pues arguye, ofendido,
que tardaron en llegar
los fotones que la Física
asignó como testigos.
(Tocátelos cuando lleguen,
que diría un argentino).
(Los fotones, por si no
lo habíais cogido).
De que, en nuestra coyuntura,
esta denuncia haya sido
la figura informativa,
la estrella fugaz preferida
en primicia rotativa
por el orto periodístico,
se desprende que esta crisis
tiene origen subatómico.
Un neutrino no hace daño
ni a velocidad lumínica,
aunque más rápido puede,
pero hay que estar tan fuerte como Federer
que es un suizo muy atípico
porque aunque sea atómico
no tiene ácido láctico
(mala leche,
dicho en román paladino).
El italiano culpa al suizo de ensañarse,
de lanzar con tanta fuerza lo inlanzable
que la Tierra retrocede.
Ya quisiera toda Europa (menos Suiza)
que esa cosa sucediera,
pero, siendo relativo,
el tiempo no es infinito,
volver atrás no se puede.
Y así está la disyuntiva:
o decirle al italiano que se apañe con el suizo
o dejarle que nos coja de la mano
y nos lleve sin fotones a un abismo
de partículas vencidas,
junto al dracma, el escudo y la lira,
contra el marco, contra la libra y el rublo,
y el dólar dando %...
se nos iba a hacer muy duro.
Cara rara
Raras, las caras,
si no sabes,
a primera hora en la ciudad,
por ejemplo en el metro, o en el atasco
rápido.
Si no sabes ponerlo en su contexto.
Las caras raras
de los trabajadores bien vestidos,
de maletines negros, de corbata,
zapatos
de cuero, caras
de cuero,
como perplejos.
(No es la hora
tan temprana)
(no es
solo la hora).
Perplejo el gesto.
De los trajes con trabajadores dentro,
su sueldo puesto, su puesto,
supuesto
traje. Su miserable
manejo de, sí, su tiempo.
Oyendo las deco-radios.
Mientras en los colegios,
sinceridad humana mutilada
como pies de mujer china, como
clítoris sahariano,
como bonsai, como seto,
lágrimas desoídas,
llantos amortiguados,
lógicas de asfalto.
Guarderías.
Los barrios
huecos.
Repitiéndose, las noticias
calmando la locura de estar quietos
(en el atasco, pero
en las cafeterías, las oficinas,
el metro, por ejemplo).
El inefable afeitado.
(La afeitadora eléctrica, la radio,
el ladrón. El ruido higiénico.)
Gafas de ver lo pequeño,
perplejo el gesto,
la hora temprana,
las caras raras,
la ciudad
rápida,
el silencio,
la dirección contraria.
Reloj, espejo,
cara
de olvidar algo.
...
Perplejo.
Poesía pírrica
Cuánto hay que llorar
para enarbolar una sonrisa,
para recordar riendo todo
lo que nos llegó a llevar
al llanto.
Todo el tiempo el tiempo
pone a cada uno en su lugar…
lloro en el presente
río en el futuro, quizá
solo es cuestión de perspectiva:
la risa es recordar queriendo aquello que uno olvida.
METRO BLOOD
Oye la música y se queda petrificado,
el único personaje de esta película que la escucha,
que sabe que no hay conversaciones sino diálogos,
que no hay amaneceres sino iluminación,
que no hay ebriedad sino grandes actores del método
en mitad de una oscuridad fingida de noche americana.
Los demás se creen la luz de los espejos
y el tráfico despreocupado de los millones de figurantes
que solo van hasta la esquina, donde la Gran Manzana
reparte bocadillos, fuera de plano.
Y en los cines asisten a obras de teatro dentro de las películas
amenizadas con coreografías sinfónicas deliberadamente artísticas.
Sospecha que es un secundario silencioso,
oye la música que otros sienten como imágenes,
viste de negro riguroso porque sabe que da bien en cámara.
Observa a los demás incrédulo y los admira
preguntándose qué saben ellos que él desconoce,
cómo han llegado a creerse la impostura.
Por qué se portan todo el tiempo como personajes.
Duda que sea posible ignorar las acotaciones
garabateadas en las cornisas y en los trenes
que flirtean con los márgenes de la ciudad.
Y pisa el asfalto, y los pasos de cebra,
y los reflejos en los charcos de los semáforos,
y alza la vista para ver por entre los neones
la ausencia criminal de las estrellas,
el cielo es un archivo jpeg y solo yo me harto de la luna nueva,
las vidas de mis vecinos han sido comprimidas en jaulas zip
mientras cocinan redondas tartas de cumpleaños.
Llega al motel de madrugada y paga tres semanas de adelanto.
El viejo comadreja cuenta uno a uno los ciento veinte dólares
en billetes pequeños, usados, de Monopoli,
e incluso parece fingir un brillo de avaricia
y esa tos de enfisema de pulmón que se merece un Óscar póstumo.
Oculta una botella de Jack Daniel's en una bolsa de papel marrón,
aunque hasta los niños del callejón mugriento saben que el bourbon
tampoco esta noche va a salvarle.
Espera al lento amanecer opaco mientras se sienta al honky-tonk piano de su cuartucho
y escribe con un lápiz que ha encontrado debajo de la cama
poemas de realidad sobre las teclas blancas, que al pulsarlas
generan decorados al otro lado de la gran ciudad:
torres de alta tensión como magnolias, aviones supersónicos,
arquitecturas acristaladas esperando el terremoto,
tormentas de agua gris y barro negro.
A su llamada rítmica acuden sus hermanos,
se derraman por los embarcaderos, por los polígonos
industriales, por las naves abandonadas de chatarra,
imparables, sonrientes, cínicos,
dueños de la ciudad difusa,
silueteándose sobre la línea del horizonte de su sueño,
motor, cámara, acción, y afloran
los Chicos del Vertedero.
La nada holística
La vida está entre la arena de los parques,
está entre las hojas de los árboles, está...
está entre las palabras, entre las lágrimas...
la vida está.
Se parece más a la luz que a los colores
es más como el sonido viajando antes del tímpano,
la vida es lo que no es nada entre todo
porque simplemente todo, todo solo,
no es nada diferente
de la nada.
La vida es lo único que existe.
Lo único que Dios no preveía.
Primer curso de la ESO
El unicornito caga
boñigas opalescentes
mientras su padre, que lo ve,
se relincha, silencioso,
y entre dientes:
¡cuándo cuernos
(singulares)
va a madurar este potro!
Todos los padres desean
que sus hijos les mejoren,
pero ¿acaso ha visto alguien
unicornios de provecho?
Tu tiempo libre
Los domingos están para ir
de la cama al sofá, y del sofá a la mesa,
y de la mesa otra vez al sofá...
y para arrastrarse por la moqueta
y para morder el polvo
y para ser una oruga en pijama
y para comer patatas congeladas
y hamburguesas, y pizzas, y sushi,
y mierda
y beber cocacola, o cocacolalight,
o cocacola descafeinada, o zero,
o mierda,
y para que sin salir de casa gastemos en luz,
en teléfono,
en comida a domicilio, en venta
por catálogo, en aplicaciones de iPhone,
en mierda,
y para que recemos un credo de la Iglesia
de IKEA: por mi culpa
no tengo más dinero, por mi culpa
el mueble está embalado,
por mi gran culpa
lo pagaré a plazos.
Y del sofá a la mesa
y el partido de Nadal,
y de la mesa al sofá, y el partido de fútbol,
y del sofá a la cama,
y la película de la semana,
y los doscientos anuncios,
y la teletienda.
Y para eso están los domingos,
para irnos a la mierda, el día del señor
para eso está,
para eso estamos nosotros,
para ir arrastrándonos
de su cama a su sofá,
y de su sofá a su mesa,
y para que él pueda hacer lo que le parezca
el lunes y el martes y el miércoles
y el jueves y el viernes
y el sábado
y el domingo.
Y lo haga de pie, o volando,
o en coche oficial,
mientras nosotros, a rastras,
como orugas en pijama, pensamos
que hay que acostarse pronto,
de la mesa al sofá,
porque ya casi es lunes,
y mañana, otra vez,
madrugamos.
Y del sofá a la cama,
y de la cama al trabajo,
al sofá,
a la cama,
al trabajo al sofá a la cama,
al trabajo al sofá a la cama,
al trabajo a la cama
al trabajo a la cama
altrabajoalacama
altrabajo!...
¡a la mierda!
a la mierda.
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Son cosinas,
Tréboles
de la cama al sofá...
Hay que entender
que mientras todo el mundo haga lo mismo
por las tardes,
que mientras todo el mundo haga lo mismo
los domingos,
(hay que entender que todo el mundo ya
hace lo mismo de mañana,
que todo el mundo ya de noche
hace lo mismo, hay que entender
que todos nos quejamos de lo mismo)
que mientras esto siga así,
quejándonos sin hacer nada
todos, por una misma causa,
y haciendo lo mismo los domingos
y haciendo lo mismo por las tardes,
hay que entender que nada va a cambiar
para nosotros,
y que quizá al principio nos parezca
lo más cómodo.
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Son cosinas,
Tréboles
Miedo al rayo
Miedo al rayo
que nos priva de la lluvia,
techos ensoberbecidos.
La vida escrita, el tiempo trámite.
El holocausto altruísta.
Noticia de negras sin tregua.
En la foto, Cristiano Ronaldo
dispara un Kalashnikov en Mogadiscio.
Odio el mundo mientras bebo su café.
Pido otra cerveza fría.
Pago impuestos.
Ignoro lo que no veo.
Mi hipoteca es abusiva.
Habré de correr los párpados para seguir siendo víctima.
En la foto, el anticristo mete gol.
Entre mi padre y yo
Entre mi padre y yo es un silencio exangüe
después de haber sangrado las palabras de una infancia superpuesta a otra infancia.
Después de haber sangrado sus últimas palabras, mis primeras,
y todas las demás que llenaban nuestras venas de sus dobles sentidos.
Exangüe con las heridas abiertas. Que en vez de callar habla.
El aire no se mueve entre mi padre y yo,
no vibra, y las miradas no se enturbian.
Atraviesan ese aire y se atraviesan ellas
y van mirándose de punta a punta
de tal manera
que al llegar a las pupilas ya saben lo que miran
y no harían falta.
Más que ver
ellas
son vistas.
Yo sé quién es mi padre, y lo que no le diga
ninguna muerte podrá venir a silenciarlo.
Yo me conozco,
sé que lo sabe.
Pautando vidas.
Como la nieve, como el orvallo,
como la miel, quizá, mirada al microscopio,
sí puede que se caiga el tiempo.
Pero eso son metáforas con la esperanza de recordar
que no se cae como el reloj pretende.
No hay que echar la culpa a los relojes de la pereza de no saber
que ellos son el invento que más miente,
ya que el hombre, teniendo nieve, inventó el reloj,
y ha olvidado, mirándolo, mirar la nieve.
El reloj generó un nuevo tiempo de interior, sin sobresaltos,
porque sabemos qué va a hacer el segundero y esa es la prueba de la mentira,
pues el tiempo no se mide con la nieve, es la nieve,
no es un invento, por eso es tan exacto, y tan impredecible.
Y nosotros somos nieve que mima su trayectoria,
llovizna sin prisa, miel que rezuma entre la luz.
Somos tiempo que no sabe qué hora es, ni cuándo morirá,
y pierde su vida
cada vez que mira un reloj.
Emergencia.
Somos gotas de agua,
o trozos de piedra,
o aire en burbuja,
o granos de arena.
O hojas de hierba.
O lo que tú quieras ser.
Si quieres
puedes ser alguien que va por la calle en silencio
o alguien que grita en un campo de fútbol.
O vete al cine y ve una película solo.
Pero somos gotas de agua, y sabes qué le pasa al agua
cuando es una gota.
Y lo que pasa con el aire en el vacío.
Y sabes lo que es una brizna, y la gravilla,
y has visto, supongo, relojes de arena,
y qué hace el último grano.
Caer puntualmente, como han caído todos.
No es una metáfora, tú
-yo-
no vales nada.
A no ser que acerques tu oído a una boca
o tu boca a un oído, o tu mano
derecha a otra mano tan derecha como ella.
O la izquierda a otra izquierda, es igual.
Y entonces surge algo más grande que el mar, y que la playa,
y que el cielo,
y que las montañas.
No somos agua y aire.
Un río de gente no es un río de agua que se puede sumir.
Su rumor no se ignora porque no es uniforme.
Su rumor no puede ignorarse.
Emerge.
Imagina que el mar se pusiera de acuerdo
gota a gota e hiciera algo.
Eso somos.
Hagamos ya algo.
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Son cosinas,
Tréboles
Dichoso antropocentrismo.
Si los objetos tuvieran percepción del tiempo,
como nosotros,
mi cama pensaría que trato de echarla abajo.
Se creería una puerta tras la que se comete un delito,
si de alguna forma adquiriese la noción
humana de los acontecimientos.
Me derrumbo sobre ella y después nada:
como un peso muerto, hasta que me levanto.
Y tampoco siente nada en todo el día;
la sorpresa, cuando vuelvo a derrumbarme.
Como un policía en una puerta.
No hay tanta diferencia, salvo
lo que yo creo que ocurre
en ese intermedio que para ella es leve.
Tal vez sean las camas, y las puertas,
en su ignorancia,
quienes están en lo cierto.
De todas maneras, alguna noche,
para mí,
la puerta se abrirá.
Yo (Pablo Cortina)
COMO ojos que al girar pretextan
lo que han visto y van a ver
para no mirar por el camino.
Como oídos que reclaman su importancia
prorrogando parpadeos.
Similar
a niños por la espalda,
a pájaros deshaciendo espantapájaros.
Durante
los fallos
de tu vigilancia.
Admitiendo
que tu asombro es mi guía,
que persigo tus palabras,
que trazo sonrisas sobre folios en blanco;
sabiendo hacia dónde nos conduce todo,
que hay dolor en cuanto doblo tus esquinas.
Declarando, por último:
no quiero asir el único madero que hace flotar a la deriva
ni renunciar a ti y hundirme
como todo lo demás.
Concluyo: yo
(Pablo Cortina)
aprovecho que no estás para sentirme mal.
Vida de un poeta. Epílogo.
casa universo, Gabriel Orozco
Y mi memoria se perderá
tan solo como un litro de aire en el espacio,
o como una cuchara de azúcar
disuelta en una piscina.
Sin desaparecer,
sin dejar de existir,
tan solo como un perfume diluido
en miles de nucas femeninas...
hasta que alguien la busque,
o nunca, pero ya para siempre ahí,
como un participio desleído en este mundo.
Vida de un poeta.
Primero debí de ser un niño humano gateando,
eso no lo recuerdo,
pero recuerdo el suelo arrugándose
hasta que parecía moqueta, hasta que era césped,
hasta que era el fundamento de una selva
lleno de enredaderas, de matorrales,
de hojas de árbol y lombrices,
de agujas secas de conífera,
de hongos, miriápodos, líquenes,
de puercoespines y osos hormigueros.
Pero yo ya no sentía con el tacto vulnerable del bebé
sino con las pezuñas de un cachorro de tapir, y lo husmeaba todo,
lamía todo, y alguna vez mastiqué piedras por error
tras confundirlas mi inexperto olfato con alimento
por su aparente vida.
Y seguía el rastro de un vago aroma que se iba concretando
o acaso fueron mis sentidos los que con cada paso
se agudizaban. Hasta que un día
di con mi cráneo contra el tronco de un gran árbol
plantado en el vórtice de la pluvisilva.
Al ver mi sangre derramándose en su base
uní mis lágrimas a ella, y lo maldije,
y dormí junto a él toda una noche
mientras las víboras se me enroscaban
entre las patas y en torno al cuello
y los mosquitos y las hormigas rojas
me devoraban.
Y ya en la primera duermevela escuché el zumbido
de la mosca tsé-tsé.
Llegó un nuevo amanecer y cuando abrí los ojos
tenía ya garras en vez de manos y de pies
y como un simio adolescente huía tronco arriba,
rompiéndome las uñas, arañando
la corteza, dejando con cada rasguño
más lejos, más abajo, el mundo de los depredadores.
Apareció el cansancio porque es un árbol recto, inabarcable,
sin salientes a que asirse en el ascenso
más que las pupas relucientes de ramas olvidadas,
pulidos por tanta dentellada y arañazo;
también la tentación de alguna rama cómoda,
desvío hacia el abismo.
Así que sigo en el único camino,
mis manos ya no sienten el dolor, es solo un tacto,
y la corteza es corcho y no tiene sentido
el descanso de los brazos y las piernas,
solo la vista desde la cúspide o la extenuación
y la caída.
En el atardecer llego a la primera yema
de la que surge el ramaje que compone
la copa ingente que aún cubre el sol en el crepúsculo,
frondosa y gigantesca.
Paso la noche en ella junto a otros animales,
y veo aves nocturnas, loros del paraíso,
murciélagos frugívoros, vampiros,
la boa constrictor, la tarántula,
las orugas, los monos aulladores,
y todas las especies arborícolas del mundo.
Las musarañas, los perezosos,las panteras;
el hipnótico jaguar, acechándonos a todos.
Me alejo al alba por una rama sólida a mis ojos
entre todas las que parten a insólitos destinos,
florales, fructuosas, rectas como el bambú,
lloronas como el sauce, frágiles como la paja,
envueltas por las llamas, o algunas tan cubiertas
por el musgo, o por los hongos, o por las salamandras
que son impracticables;
y muchas otras
que ni siquiera he visto.
Trepo a este árbol único que voy imaginando
mientras lo elijo, porque no puedo detenerme ya
en las bifurcaciones del follaje infinito,
y añoro el tallo unívoco del fuste vertical
y olvido su cansancio porque lo cambiaría
por la arbitrariedad omnívora actual
de cuanto dejo atrás.
La rama se aligera,no importa cuál elija,
y aumento mi velocidad y cada vez resulto
más pesado en menos tiempo y para evitarlo vuelo
como una ardilla planeadora en arriesgadas acrobacias
y en ocasiones mi sombra se proyecta por el suelo.
Y paso fugazmente junto a nidos olvidados
en los que llego a ver reliquias, maravillas,
los restos de un hogar a cielo abierto en el que el fuego es solo ya ceniza
y entre ella hallo egagrópilas de épocas pretéritas
junto a las alas descoloridas de ancianas mariposas, huesos de pájaro
y plumas sueltas de toda aerodinámica
y hasta una aspa desvencijada
de un helicóptero.
Recorro el ápice sin darme cuenta y salto
por un instante de inercia hacia las nubes
y en ellas trazo un leve remolino
y soy después gota de agua
y lluevo
y llego al suelo en un segundo
y lo atravieso
y confundido, en trance,
me absorbe la raíz.
Y al fin, olvido.
en mi opinión (live)
En mi opinión,
el amor es una mierda.
En mi opinión tú me has dejado
por otro que en mi opinión
es un hijodeputa sin corazón.
Todo esto ha sucedido en mi opinión.
En mi opinión, en la que el amor es una mierda,
tú eres una mujer única,
tú conoces mi intimidad mejor que nadie
y no te gusta.
Te has ido con otro,
en mi opinión,
porque te parecía más fuerte.
En mi opinión tú opinas eso de él,
y en mi opinión lo es
pues no te ama y el amor
nos hace débiles,
en mi opinión.
Tú le amas a él, en mi opinión,
porque eres como una niña impresionable,
como la niña a la que yo impresionaba,
sin amarla tanto como ahora,
cuando mi fortaleza era más aparente.
Y en mi opinión es vergonzoso que me dejes.
Te degrada como persona,
en mi opinión,
y en mi opinión te odio por idiota.
En mi opinión todo el mundo se equivoca
excepto yo, y es obvio, en mi opinión,
que tú estás equivocada.
Que ese galán de cuento que ves en él pasará,
y lo que quedará de él
no será más que yo,
que lo que de mí queda después de ti,
que te he amado, en mi opinión,
más que nadie te amará
y te seguiré amando, en mi opinión, eternamente.
En mi opinión sufro el dolor más intenso de la Historia
del dolor, porque mi amor fue mayor que ningún otro,
y, en mi opinión, la Historia Humana
se queda corta como elemento de comparación.
En mi opinión mi vida se ha acabado
y el hecho de que el Sol
haya salido también hoy por la mañana
es una falta de respeto hacia mí
y una muestra más de que no le importo a nadie.
En mi opinión el Universo no sabe lo que hace al ignorarme.
En mi opinión es un traidor y que se joda.
Voy a acostarme.
Y mañana al levantarme me mataré, me parece.
la mujer verbo
...y desde allí construyo a veces torres y a veces parapetos
y desde allí observo tus verbos asombrosos.
y desde allí observo tus verbos asombrosos.
Caes como la cosa esa blanca que cae en copos
que no es avena,
como la cosa esa fría que se derrite
sobre la piel. Caes como
la cosa esa blanca que resbala
y hay que llevar cadenas para no resbalar
por ella.
Esa cosa blanca tan navideña.
pero que tampoco es la oblea del turrón.
Yo, que vengo de la lluvia que derrite,
que de niño fui llevado por la tarde,
para que la viera, como los salvajes;
yo que la recuerdo como un cuento,
como un sueño, una fecha,
como unas vacaciones a mitad de curso
llenas de regalos de otra época,
como el CineExín, como el Scaléxtric;
vivo ahora en la ciudad en la que cae la cosa esa
cada invierno
pillando aun así desprevenido a todo el mundo.
Porque cae así, como caes tú,
copo más copo, sumando Navidad calladamente
hasta que ya resbala, hasta que ya es tarde
aunque es verano, pero aunque fuera primavera
u otoño, pero aunque fuera invierno
y nadie mirara al cielo interrogándose
-de dónde sale ahora esto-.
Y me estás llenando de infancia la rutina
y de luz de navidad los parpadeos
sin que ya sepa decir cuándo empezaste,
porque llevo ya aquí cuatro veranos
y me encanta, pero hasta éste no supe bien por qué.
Ha cuajado. Y me encanta Madrid
porque Nieva.
Poesía nivel usuario.
Nada hay perfecto,horizontal, acuático,
aquí en La Tierra
y ésta es el sitio que habitamos,
no el mar ni el cielo
ni otros planetas.
Yo pongo el nivel del carpintero
sobre mi corazón y está inclinado
hacia la diástole,
lo pongo en mi cerebro y vira siempre
al hemisferio derecho.
Y yo no soy distinto a nadie.
A veces miro por la ventana
y no veo más allá de mi interior.
Coloco el nivel del poeta sobre mi vida para ver
dónde se inclina.
No hay un nivel de vida del que me fíe.
No hay un nivel que nadie vea a simple vista.
Coloco el nivel del poeta;
no veo el nivel, veo la medida,
la inclinación que inclina,
la vida que está viviendo, la tinta
recién escrita.
Después el nivel del carpintero
sobre el nivel del poeta,
sobre una estantería,
siguen creyendo que miden algo
aun cuando no hay nada horizontal,
no hay nada acuático,
no hay nada absoluto que medir
cuando nadie ya los mira.
No hay nada que no se incline
respecto a algo que le parece recto.
Sigue el nivel creyendo que mide algo en el silencio,
que mide aún entre la oscuridad,
en el lugar aun relativo de la absoluta soledad.
El nivel del carpintero, que juzga al nivel
del poeta, que juzga al nivel de vida,
sobre una estantería que gira y ríe bajo el nivel
al que retira.
Tú. Yo. Ya.
Tú eres mi silla sin respaldo,
mi taza de desayuno sin una sola asa.
Eres mi suelo de arena movediza,
mi puente hacia la nada
levadizo.
El origen invisible de mis actos ulteriores.
Y todo el universo es nuestra casa.
Y yo tan solo soy la consecuencia de tu imagen reflejada
en un espejo oculto entre tinieblas.
Y yo tan solo el aire turbulento entre tus faldas,
el ojo atento a todo eso que no pasa. Y todo el universo
es nuestra casa.
Y todo el universo excepto yo tú eres
y yo soy solo ya de mí
excepto tuyo.
Y todo el universo, tú y yo, es nuestra casa.
Tú. Ya. Yo.
Tendrás que ser tú
quien sea yo cuanto antes.
Yo soy tú hace más de una noche,
una noche es un tiempo infinito siendo
sin estar.
Tendrás que ser tú.
Oigo el irse de tu soledad y estoy quieto.
Oigo el viento en mi cuarto que no tiene ventanas.
Palpo el leve vestido blanco, veraniego,
bebo agua, a veces sonrío.
Pero soy un invierno en un claustro.
Negro, sin sonido, sin viento.
Sin verano, sin agua.
Sin sonrisa ni aliento.
Salvo tú.
Un trozo de tú escondido, secreto
a ti,
secreto al resto del mundo,
secreto a mí. A mi trozo de yo
del que ya soy un trozo.
Hay un trozo de yo.
Hay un trozo de ya.
Hay un trozo salvador de tú.
Y tendrás que ser tú
quien sea yo cuanto antes
para ser tuyo
yo.
Para ser yo tú
ya.
Tú
ya
yo.
Para ser tu ya
yo.
Para ser ya
tu yo.
Tendrás
que ser
yo.
Los que me compadecen y los que me deploran conforman una pléyade de gilipollas.
Soy poco original.
Amo a la gente que me ama.
Odio a la gente que me odia.
Pero mi amor es uno.
Pero mi odio es otro.
A mí me odian muchos
-yo tengo ese don-
me aman pocos.
Pero mi amor es uno.
Pero mi odio es otro.
Mi amor es uno y lo reparto entre los pocos que me aman.
Mi odio -otro- lo comparten entre muchos
que me odian.
Por eso a los que amo los amo más.
Por eso odio tan poco a cada uno que me odia.
Y a ti te amo tanto porque eres única
o único mientras me amas.
Te amo tanto como odio a todos juntos,
los que me están odiando,
más los que te están odiando a ti, al menos,
mientras tanto.
Ay, odiarín, odiante anónimo, odiuno,
te odio tan poco...
Pero mi amor es uno...
pero mi odio está infinitamente repartido
y no odio a nadie,
y nadie es, para mí,
aquel que odio.
Pero mi amor es mucho.
Soy poco original.
Mi amor es todo.
Yo tengo ese don.
lejos de ti
a Euridize
Relleno instancias para entrar en el Infierno.
(No existe tal, solo es un cuento. )
Descubro que no hay oficinas,
no hay buzones,
no hay demonios,
papel timbrado, sello oficial
infernal.
Lamentablemente no es un jardín burocrático.
Nunca irás a arder conmigo
a ese lugar infinito que he creado
porque está, lejos de ti,
en Cualquier Sitio.
Prospecto
A Silvia
Aún no te has tomado la molestia de leerme.
Me has oído recitar, como a otros, por los bares,
pero no me has entendido de verdad, porque al mirarme
siempre hay un porcentaje que se pierde
por observar los labios, los dientes, las orejas;
porque aún no te has tomado la molestia de leerme.
Y yo no soy mis labios
y yo no soy mis dientes
y no soy mis orejas
y ni siquiera soy mis ojos.
Porque habito detrás de unas pupilas, como todos,
y desde allí organizo mis ideas y mis melancolías
y desde allí construyo a veces torres y a veces parapetos
y desde allí observo tus verbos asombrosos.
Y para estar tú detrás de mis pupilas
tengo que estar primero yo detrás de tus pupilas
porque me mires tan fijamente que me leas
para que veas que, en el fondo, la tuya y la mía
son dos almas gemelas, no como todas, yo ya lo sé
porque ya yo me he tomado la molestia de leerte.
Disensos.
La regla de las mayorías puede ser aceptada como procedimiento de decisión política, pero no como criterio de justicia.
Carlos Gómez
Hay solo una forma
de erradicar las anchoas:
vertiendo por la panza abierta
de un superpetrolero
cien mil millones de toneladas
de vinagre (balsámico de Módena,
para que no se note)
y que se queden boquerones.
Solo el coste en vidas humanas
y la falta de consenso
impiden la realización del proyecto.
Esta es la época.
dibujo de Jordi Bernet
Quizá
esta sea la época
de gritar calamar gigante
en cada verso,
de gritar kraken,
¡kraken!
¡KRAKEN!
hasta que la audiencia se entere de algo,
solo UN algo,
uno por uno,
medianamente profundo.
Esta es la época en la que todo
lo que sale a la superficie de los párpados
ha de ser superficial.
Ya no se ven elefantes
más que en el zoo,
ya no se ven calamares gigantes más
que en los documentales.
Pero ahora, con solo verlos ahí,
un escolar ha visto miles
de elefantes,
miles de elefantes repetidos,
miles de calamares gigantes,
uno, el mismo, siempre,
muerto, siempre
de diecisiete metros, siempre
con un japonés de gafas,
de bata blanca, a su lado.
Miles de maravillas muertas, ninguna viva
salvo todas las que hoy
pasan desapercibidas en la ciudad,
a un instante
de los párpados.
Yo no grito kraken.
Yo susurro siete y media de la mañana,
atasco en la M-30,
tornos repletos de la RENFE,
tren subterráqueo,
amor intensísimo sin conocerte.
Tetas de plástico.
La poesía se musita mientras el mundo grita isótopos,
guerra, terremotos,
revoluciones.
La de los largos pies.
Ella es rubia
de la raíz a la punta
y tiene
los ojos azules.
Tiene los dos ojos
azules como el mar
cuando se porta bien y se ocupa
de lo que se debe ocupar, reflejar
tranquilamente el cielo;
cuando el mar no está alterado por el viento
ni por la lluvia, cuando el cielo no se altera
por el mar evaporado.
Y el pelo lo tiene rubio
como el trigo,
como el oro.
Y como el trigo y el oro, con ella
podría fabricarse un pan.
Ella es rubia de la raíz
a la punta,
por eso no tiene la culpa de ser rubia.
Ella tiene los ojos, los dos,
tan azules que resultan admirables
y tampoco tiene culpa, porque
humildemente,
los usa
para mirar.
Ella mira con sus ojos admirables
cuando el único objetivo
digno de su mirada
sería un espejo imparcial.
Pero ella tiene una culpa
y lo sabe.
Tiene culpa de saber y se disculpa.
Se disculpa por ser rubia,
por tener esos ojazos
y aun así ansiar la escucha de sus versos
como ansía cualquier feo que le escuchen
ya que nadie quiere verlo.
Yo me pregunto por qué
tiene ella la necesidad de disculparse
atestadas como están
de feos las universidades,
atestados los gimnasios
de tantos feos que parecen entrenarse para ello.
Narices inverosímiles,
calvicies irregulares,
panzas de Leviatán,
espinillas, granos, manchas...
sin complejos,
pululando por las calles,
irrumpiendo en probadores
a probarse ropa cara,
ralentizando la marcha de cada peluquería,
deshonrando la fragancia de cada perfumería,
abarrotando
de caretos
los espejos.
Escribe.
No pidas perdón a nadie.
Yo te leo.
Beatriz Largospies, la Rubia,
la de ojos admirables.
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