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el miedo




Busco el miedo oculto
el miedo común, conjunto
el alimento del miedo
independiente
de quiénes los unos
y los otros.

Busco el miedo en el miedo propio
aligerándolo de apariencia
busco entre el camuflaje
del miedo, entre el miedo  ajeno.

No pierdo el tiempo entre los rostros
ni en las ausencias
que creo ver de mí en vosotros extranjeros de mis huellas.

Busco el miedo compartido en este punto
llegado a este punto desde cualquier punto
por cualquier senda a cualquier ritmo
como si el miedo fuera un lugar,
pero el miedo va con nosotros
podríamos dividirlo en miedos mínimos
y conjurarlo.

Busco el conjuro que nombra al miedo
humano, lógico
al miedo ignorante de su lógica
y humanidad.

Pensar que existe, nombrarlo
como una forma que olvidar sobre el Tiempo
como el ancestro de un linaje malogrado.

Pensar una palabra
callar tanto silencio vigilante del sonido de los otros
saber que existe una palabra que ejerce
un conjuro sobre el miedo.

No decirla. Buscar esa palabra.

Hallar a otros que buscan la palabra entre el miedo.
Apartar el miedo.
Tocar a un tiempo la palabra.

Busco





Busco la palabra
con la que empieza este poema
durante horas.
Cómo comunicaros
quién soy,
cómo informar de mí,
de qué manera reducirme a un papel,
a unas ondas sonoras,
con qué palabra comenzar
a estar en vuestra mente como estoy
yo
ahora
en la mía.

No soy mi rostro ni mi ropa ni mi voz
no soy esta postura que estáis viendo
ni soy
tan solo una palabra.

Cómo, en qué orden
dispondré
unas palabras como un mapa
que conduzcan hasta donde yo he llegado
unas palabras como un bosque sin senderos
pero sí con espacio, yo,
entre los troncos de los árboles
yo entre las ramas y las hojas
de los árboles
y entre los pájaros.

Unas palabras rodeadas de silencio
que yo soy también
unas palabras que no dejen pensar de otra manera
que como estoy pensando
ahora
aquí.

Yo me imagino a mí
en un espacio hueco
entre mi soledad, con ojos de sorpresa
por lo que he encontrado
de pronto.

Por qué puerta
se sale de mí a ti
por qué ventana o agujero
por qué grieta
llego yo
hasta donde me esperas tú
que estás en otra parte,
tú, que sigues tu camino
simultáneo al mío,
pero distinto.

Yo quiero conseguir cruzarme con el tuyo
precisamente en este punto, y tengo
que trazar un recorrido previo
a nuestra colisión.

Y busco
la palabra con la que comienza ese trayecto
busco la palabra en la primera curva
y empiezo ese trayecto
como una reconstrucción de los no-hechos
hasta que llego otra vez, y busco
atajos entre aquel aquí y éste
que me permitan circular
entre este hasta ahora y el de antes
con premura, sin perderme,
para que me convierta en guía
para que pueda sin desviar el mío
señalar el tuyo y llegues
y me encuentres
y seamos dos en este hueco
entre mi soledad
con ojos de sorpresa
y nos miremos y pensemos una vez
entre los dos la misma, al fin:

He encontrado lo que busco

Escribir




Escribir un río
sorteando las obvias rocas con vigor, 
sin freno,
al fondo divisando el mar
sin verlo, a saltos.
Sin saber cuál es,
ni cuán profundo,
poblado; agitado o sereno.

Escribir por ley de gravedad,
la mano accionando una palanca
levando la presa de la palabra.

Letras como lágrimas
que hubieran sumergido la mirada
por demasiado tiempo,
que caen como lágrimas
emancipadas de su córnea,
esferas de su luz,
aún, y sin embargo.

Yo sin mí que llora.
Todo el yo irrastreable que duplica mi energía
y revela su calidad de préstamo.

Intercambio con el día del día vítreo
que rezuma de la noche que es la carne.

Drenar el Paraíso.
Hacerlo para otros habitable.

mi padre / yo

 http://www.palomarweb.com/web/cache/multithumb_thumbs/b.630.600.16777215.0...images.com_tienda.products.5.crumpled_city07.jpg

Cuando toso oigo a mi padre
cuando me aclaro la voz
oigo a mi padre / a mí respirar
con mis bronquios de niño
tras la puerta
que él abría y agitaba las llaves
que oigo agitar cuando yo
abro la mía.

Yo soy mi padre otro día
no tan lejano del futuro /
yo soy mi padre cuando sueño
con mi futuro /
mi padre era yo cuando yo era pequeño /
era yo de pequeño cuando yo andaba
a gatas por los pasillos, lloraba
desde mi cuna.

¿Qué hiato se abre entre nosotros uno?
¿Cómo, para que fuéramos dos, se abrió la sima,
la discontinuidad entre nosotros
que nos obliga
a distinguirnos?

No es mi padre / no soy yo quien lo decide
hay una regla oculta bajo todo
que nos hace dos / tres / mil, infinitos
yo / infinitos ellos y entre ellos yo.

Mapas de carretera arrugados
que alguien / nosotros
interpreta como mundos
esféricos continuos
seguros



hice una foto





hice una foto
al helicóptero de la policía.
Era de día y disparé
a mucha velocidad.
Las aspas del helicóptero se detuvieron
y el helicóptero cayó

...



te amo como un loco peligroso
obsesionado con imágenes que no sé
si son verdad...

te recuerdo abrochándote un vestido
mientras me decías algo que he olvidado.

Tú casi nunca eres consciente en mi memoria
de que te estoy mirando

como aquella vez que te ataste los zapatos en silencio
y te esperaba sin querer que el nudo
terminara.

adultos





Pugnando por ser adultos
a los 37 años
mis amigos han tenido
hijos. 

Se agarran a su trabajo
hablan en cortos cafés
monosílabos
que sustituyen a antiguas
conversaciones. 

Y, como hombres, no lloran
aunque más que ganas
tienen motivos. 

Reprimen sus gritos
abrazando contra su pecho
su niñez adulta con cara de
recién nacido. 

como niños





Como niños, nos tratan,
jugando, cuando nuestro Padre avisa:
“terminaréis llorando”
y así es.
Lloramos de camino a nuestra casa
con el cráneo ensangrentado de uno de cada diez
la moral alta mientras queda adrenalina en el cerebro
mientras aún oímos rimas y apellidos
de políticos, banqueros, policías.

Pero la sangre cauterizada
la adrenalina disuelta
el eco difuminado
la noche de azul marino
las sirenas helicópteros
noticias de vandalismo
nos recuerdan al volver
por qué salimos.
Y las lágrimas se estancan.
Volveremos a salir
mañana mismo
y el estado cumplirá su profecía
otra vez
“terminaréis llorando”
mientras suelta la correa del fascismo.

camino





Camino
hasta que no hay camino
y noto el suelo amarillo negro azul
en la paleta mestiza de las plantas de mis pies
ardo y muero por el frío
piedras fango musgo
imagino que debo parecer un náufrago del cielo
caído a tierra
o un loco que se aleja
(y estoy en un tren
o en mi cama respirando)
solo un rayo aparece en mitad de una lectura
de una charla
o cualquier papel pintado de la vida
como si fuera una grieta
y es una grieta
y te grito que me sigas desde el fondo
no te miro porque no me hace falta
ya sé qué es lo que pasa.
Camino por una carretera que prenso entre las piedras
o debajo de las piedras
entre el polvo
y la luz.
es tan bonita
como ver atardecer a veces
cuando no sientes la deuda al ver al sol darte la espalda
como el recuerdo de lo previo a la victoria.

Miro el cielo y nacen pájaros
y flores y árboles del suelo
y entre todos crean la brisa
luego el viento.

Esclavos






Esclavos los ha habido siempre
porque es difícil estar en el lugar del esclavista
y resistirse a serlo.

La esclavitud es como un mantra
disuelto como sal, o como azúcar
entre las haches y las oes del agua.

Así, algunos llaman agua al caldo de los mares
si no han probado nunca nada insípido,
o llaman agua dulce al agua con azúcar
porque no entienden otro río que el olvido
que hasta las rocas del pasado dulcifica.

Esclavos de hoy,
peces que creen no haber bebido nunca,
aves que ignoran que respiran.
Vistiendo trajes, zapatos, camisas y corbatas
marchan en fila por sus cauces:
escorrentías de gente en hora punta
que existen para que todos las usemos,
querámoslo o no.

Si piensas que eres libre
y no has sentido nunca la tentación del esclavista
tal vez lleves un yugo, tal vez una camisa,
unos zapatos, un traje, una corbata
con la elegante devoción de los esclavos por sus amos
que casi nunca les pegaban,
que les daban ropa limpia.

Hace un siglo.

Mi abuelo se crió en una guerra abierta,
nítida, como la sangre que se mezcla con la nieve.
Era una Europa unida por la pasión común,
salvaje, de la muerte,
que decidió rascarse las heridas con bayoneta,
cazar hombres y mujeres
y alimentar con ellos la belleza trágica de las flores y la hierba,
forraje perfumado de las bestias.
Mi abuelo salió un día por la puerta y diez años más tarde
volvió un cuerpo mudo y aterido
que parecía mi abuelo y había muerto en muchos sitios.
Después siguió desayunando cada día
y en su paseo diario recordaba
que hasta los veinte años
era un humano
que lo ignoraba todo sobre su condición.
Murió ese cuerpo y al día siguiente
se le hizo un funeral.

Hace setenta años.

Mi padre nació esclavo
y las ventanas de su celda fueron globos
que huyeron hacia el cielo entre lágrimas.
Su infancia fue un recuerdo desde que abrió los ojos
su adolescencia una caída en bicicleta;
el futuro una amenaza, el pasado una injusticia.
Le salvó de la extinción un mono azul y un apellido
bordado en rojo. Su vida fue un simple hilo.
Tratando de mirar a la altura de los ojos de otros hombres
pasó su tiempo de puntillas sin saber que para eso
algunos usan escaleras.

Hoy.

No soy mejor, nadie lo es.
El mono azul ahora es un traje
y los mecánicos son ingenieros,
hasta los niños hablan inglés.
Pero no cambia lo que tiene que cambiar
para que ya no sea tan difícil
estar en el lugar del esclavista y no serlo,
para que muchos no se comporten como uno,
para que el hombre no sea solo
una gota en el río del olvido o en el mar,
que diseña acantilados
como si hubiera en ellos algún plan.

Mañana.

Y mientras todo gira y grita
que no somos el centro, que nada humano importa,
la Humanidad sigue dejándose llevar.
Ser un esclavo es demasiado fácil
y aún es más fácil no negarse
a ser un esclavista.

Yo como un clavo





Yo como un clavo
que camina y se detiene en equilibrio.
Y miro el mar y el firmamento
y siento el viento frío en torno a la cabeza
distingo el horizonte allá, lejano,
inalcanzable, tan hermoso...
y lo es aún más porque hay futuro
y es un martillo.

En blanco en Navidad





Sigue, Navidad, año tras año,
nevando en los grandes almacenes.
En las pupilas de los niños que, éste también,
ven a Macaulay Culkin por la tele.

En los dibujos animados,
en los anuncios,
en el belén.
Tú sigue navidad, nevando en todas partes
menos aquí en mi calle,
donde yo duermo ahora a la intemperie.

Nieva si quieres en mi casa, dentro.
Ya nadie vive allí. Tú nieva.
Ya nadie paga las facturas de la calefacción
para que el vaho no empañe el villancico; nadie la luz,
para lograr intermitente brillo en el abeto.
Allí ya solo duermen sueños congelados,
allí puedes nevar como en mí nievas hace tiempo.

Pero si en mí ha de ser, no sea sobre mí -nosotros- pido.

Nieva, sigue nevando, Navidad,
sobre los techos de los que tienen aún hogar
y un clima cálido en el pecho.

Y déjame, déjanos, dormir calientes.

En la calle,
como regalos que los pajes de los Reyes
juzgaron mal envueltos.




el tiempo como comburente







Hay que imaginarse a Dios probando inventos.
Las matemáticas, la música,
el placer,
el horizonte.

Después
el ser humano.
Consecuencia, relleno,
operario sin mérito.

No se preocupó por ocultarse una vez nos dio los ojos
ni por qué íbamos a hacer cuando nos dejara libres.
Para eso le servimos.
Nos espía cuando somos como él,
complejos
seres
aburridos.

de tanto abrazo loco y sin medida




Si tú

o yo

quisiéramos a alguien

el otro lo sabría.

No estaríamos todo el día juntos
odiando en el silencio,
como follábamos
en el principio
por el suelo,
sin darnos cuenta de lo que no teníamos:
colchón, preservativos,
futuro.

Y ahora que tenemos todo eso
no oímos,
cuando odiamos
en el silencio,
todo
lo que ya
no nos decimos.

crisis




La noche está preciosa con su luz
ausente
solo algunas estrellas dicen vente,
pero tú no has de ir, porque es corriente
correr hacia la luz entre polillas.
Y tú no eres.

Es en la oscuridad donde tu juicio
deja la vida fuera y se aclara
y las ideas que piensas tenuemente
sin los ojos se ven no vagas, claras.

Verás que lo que has visto por el día
será como un dios caido en desgracia
que alicaído nunca volaría.

Sabrás que abrir los ojos esta noche
te envalentonará ambas pupilas
y aprehenderán la luz sin su derroche.

Salva me




El ansia de un náufrago es la compañía,
somos náufragos
en islas repletas de náufragos.
El universo es el naufragio supremo,
cada ser vivo
una tabla a la deriva.

Sálvame, plural, de mí.

Es la oración
que Dios rezaba de niño,
que reza el hombre
ahora que el hombre es dios.

Verbos de barro.





Les dice Jesús: Desatadle, y dejadle ir.
Juan, 11:44












Un poeta está escribiendo
su poema.
Ve imágenes, escucha, huele,
saborea, recuerda.
Resbala por el papel
como por un tobogán de la infancia,
uno de aquellos que terminaban
de pronto,
cuando dejaban de ser
toboganes.

La rampa solo es la rampa.
La rampa solo es la rampa.

Y se repite la historia que no estaba previsto repetir.

Un poeta está escribiendo su poema.

Poema escribiéndose: palabras muertas que resucitan.
Un funeral inverso
en el que los vivos reciben a los muertos.


Me imagino al hombre que escribe,
sentado en una silla,
sobre un papel, con un bolígrafo.

Creando un universo
sobre un papel, con un bolígrafo.

Tal vez dios de algunas leyes propias de lo escrito
sobre un papel...

es un hombre que se convierte en
un poeta, cuando crea.
Como Dios fue dios mientras creó.

Es un hombre que es solo un hombre
cuando deja de crear.
Un animal mortal respirando el aire del presente,
quemándose por dentro hasta la muerte con su oxígeno,
con su orden
cronológico.
Más cierto que los dioses
eternos, fuera del tiempo,
inexistentes
mientras no donan soplos animadores de las nadas.


Ahora imagino al poeta
que escribe, sentado en una silla.
Y deja de escribir unos instantes
y deja de existir, y esos instantes
los vive el hombre solo.
Pero no quiero imaginar al hombre:
borro al hombre.
Quiero ver la intermitencia del poeta
como una imagen en una tele mal sintonizada
en la que las imágenes vienen y van
mostrándonos el artificio técnico
que es llamar a una pantalla
realidad.

Así veo yo a ese poeta
que escribe ahora una letra
y escribe una letra
y piensa, y se distrae,
y la poesía agoniza a sus pies de hombre que no escribe
porque no hay ningún poeta rescatando a las palabras
de sus tumbas
y llamándolas a alinearse
en ese patio blanco de papel
que vela armas tras la letra
eternamente,
como un dios inmóvil, silencioso,
inexistente.


No hay
más tinta
que la tinta de las letras.
No hay más poeta
que el que termina su poema
y deja vivir a las palabras bajo sus propias leyes;
toboganes entre el cielo y la tierra,
verbos de barro
que no recuerdan el tiempo
en que solo eran ideas.

Atlántida II





cuál ha de ser el Ararat de Europa
miríadas de cayucos se preguntan 
varados en la costa
mientras las mafias calafatean sus cascos,
cuentan sus beneficios
sacian su sed de vidas íntegras,
de vírgenes,
de infancias.

Dónde, cuando se hunda todo, aterrizar,
sobre qué cumbre encallaremos,
qué aperos de labranza serán más necesarios,
qué idiomas, qué palabras.

Niños que encuentran su lenguaje en este tiempo,
pioneros de nuestro plan extraterrestre 
en cuya urdimbre se enreda una especie 
parricida, inextricablemente.

Infancia, truco improvisatorio,
vuelve a sacar al hombre de la arena movediza a la que salta
cuando el confort del mundo está a la vista.
Crece pronto,
aprende,
permanece.

nos pasa a todos



nací, y eso fue caer en una arena movediza
de la que nadie me avisó ni en el umbral,
ni antes, ni después.
Tal vez no hay nadie a quien culpar,
no es un umbral,
sino una casa
que cae detrás de ti y que al oír su ruido ves
y crees que ha estado ahí toda la vida.
Nos pasa a todos, así que en este lado
somos hermanos al menos de ignorancia.
Y al bucear entre la arena aprendemos
a compartir el aire,
aunque sea una burbuja tan vieja como el mundo
mil veces saboreada por otros paladares.
Y cuando ya sabemos nos dejan ir
poniéndonos una pared delante...
o nos dejamos ir
cuando la vemos.

polvo eres

Mato plantas y animales
hallo oculta podredumbre de la tierra
y la esparzo por el aire,
disuelvo piedras, quemo árboles,
quiero que todos los humanos sean iguales.

Que la nada se confunda con el todo.
Que la luz pase de largo.
Alguien, nadie...
yo, no yo...

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...