tipos de barro



Veo un jarrón en su vitrina y pienso que no hay derecho.
Él está ahí, casi parece que lo ignora todo de forma activa
y yo quisiera saber porqué he de saber tanto sobre la miseria.
Hablo de saber comparado con los demás objetos del Universo infinito,
inanimados, en su mayoría.
En el fondo, jarrón y yo sólo somos dos objetos.
Yo lo que se llama autoconsciente, una característica entre miles,
pero la de los tristes;
el jarrón, un ignorante supino.
Ambos en una vitrina.
Envidio a los pájaros cuando están volando.
No cuando caminan por algún tejado como autómatas,
sin saber porqué ni a dónde les va a llevar cada paso.
Los envidio desde abajo, desde lejos.
Que yo juzgue a los demás no me hace más feliz que ellos.
La hierba de las cunetas no está menos arraigada que mis piernas
y también es más feliz que yo,
que, en los semáforos, la compadezco.
Luego pienso que soy hierba en las cunetas de Dios,
pero un Dios completo no existe, eso dice, sin decir,
el imbécil del jarrón.



Encima de jarrón, budista.

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