Últimamente todo parece querer adquirir un tono sepia.
Como si el tiempo, harto de nuestros abusos, se hubiera puesto serio,
restringiendo su elasticidad, ajustando su paso segundo a segundo.
Soy como esas niñas que se balancean esperando el momento de entrar a saltar a la comba.
Escribo crónica tras crónica, siempre del minuto anterior.
El presente es un leve doblez en el tiempo, una silueta,
el contorno de un globo que se hincha mecánicamente
rumbo a la explosión, sin sentir el calor de pulmones humanos,
la humedad de unos labios...
Mi vida es un álbum de fotos antiguas.
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