Cuando ya no haya calvos
ni desdentados
yo lo estaré por dentro.
No podré dejar ya de haberlo estado.
Lo mismo me ocurre con la injusticia,
con la mentira, con el absurdo.
Con la entropía a la que muchos achacan sus faltas
prematuramente.
Porque sé que habrá dientes postizos,
reimplantes de folículo indistinguibles
de los antiguos, desertores.
Y no me negaré a lucirlos:
volver a peinarme,
comer bocadillos;
aunque recordaré su ausencia,
el tiempo oscuro en que me valí sin ellos,
mis auténticos dientes y cabellos,
amados idos,
malditas flores,
mis atractivos, que en su huida eligieron ser
mis detractores.
Y yo no olvido.
Lo mismo me ocurre con la injusticia,
con la mentira, con el absurdo.
Con la entropía a la que muchos achacan sus faltas
prematuramente.
amados idos, malditas flores. Muy bueno. Pensaré en eso cada mañana cuando limpie el peine. Mientras tenga qué peinarme...
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